En la Antigüedad era común creer que los hechos más importantes estaban íntimamente relacionados con los sucesos que ocurrían en los cielos. De entre todas las constelaciones que se movían lentamente a través de las estaciones y volvían dejando una sensación de tranquilidad, había otras cinco estrellas, más brillantes que las demás, que recorrían el cielo nocturno con prisa, pasando de una constelación a otra en una misma estación, incluso describiendo movimientos erráticos y regresivos.

La tradición se conservó y evolucionó a través de los siglos, diferenciándose de la ciencia que estudia los cuerpos celestes (Astronomía), delimitando supuestas características psicológicas en las personas nacidas bajo la influencia de uno u otro signo, incluso en el amor, donde se atribuyen actitudes que pueden llegar a conquistar a una persona a través del conocimiento de su zodiaco.

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