“El verdadero amor se trata de dos seres enteros más no de mitades que se necesitan entre sí para poder sentirse completos”. Jorge Bucay

Hace más de dos años y en medio de una relación, me di cuenta que en ese punto no estaba dónde y cómo quería. Es una sensación muy reflexiva y hasta tomas una postura erguida y te preguntas: ¿Por qué me siento siempre incompleta o poco comprometida? ¿Por qué si estoy con un buen hombre tal cual es, quiero otra cosa o sencillamente que cambie a lo que yo creo que quiero? ¿Para qué estar en una relación que no me hace feliz?

Ahí con la última pregunta entendí muchos textos de amor y autoayuda, “Nadie me va a dar, lo que yo misma no soy capaz de darme”. Pero, ¿qué exactamente significa tener una relación conmigo? ¿Qué significa amarme? ¿Cómo hago para no ser egoísta y arrogante desde esta postura de amor propio?

Ahí se me empezó a revolver todo, porque ¿por dónde empezaba esta nueva aventura hacia mí misma? Sobre todo porque en ese punto me miraba al espejo y me decía que era bella, inteligente, simpática (ya había hecho el taller de “Sanando tu Vida” de Louise Hay, así que era un requisito indispensable de reafirmación hacerlo a diario), me decía: “Me amo”, “Me quiero”… En fin… ¡Soy lo máximo!

Empecé el trabajo haciendo retrospectiva desde mi matrimonio y posterior divorcio, de mis parejas, pretendientes o entorno en estos años hasta ese presente, no para criticar a los que estaban o los que quisieron estar, sino para ver puntos en común, patrones de comportamiento en todos los aspectos; es decir ¿cómo me trataban? ¿De qué manera me abordaban? ¿Cuál era mi reacción constante ante tal o cual conducta externa?, si me dejaba conquistar, si permitía sacar mi lado femenino para que fuesen caballeros, atentos, etc. Créanme… ¡Salí toda raspada! ¡No pasé ni una pregunta con bien! Pero eso sí, fui muy honesta conmigo para poder ver la verdad y avanzar. Total, nadie estaba ahí para juzgarme, solo yo conmigo.

En el transcurso por supuesto llegó a mi vida el Thetahealing, que siempre lo digo: cambió radicalmente mi vida (no es que mi vida era menos buena o diferente), pero fui quitando mis cargas; que eran mías, de más nadie, mis expectativas basadas en mis carencias. Hice Constelaciones Familiares con terapeutas certificadas que ayudaron mucho a poner orden a mi linaje femenino, en fin, busqué ayuda con lo que me conectaba y sabía que era un paso más para enamorarme más de mí, para aflorar mi esencia de amor, mi certeza y felicidad desde el Ser.

El camino se me volvió fascinante, me fui entusiasmando con cada paso que no siempre fue hacia delante, a veces retrocedía dos y tomaba impulso de nuevo. Empecé a sentirme acompañada, se fueron las ansiedades en creer que este o aquel podrían ser el amor de mi vida. Empezaron a acercarse a mi vida seres más completos, más parecidos a mí, logré entablar hermosas amistades sin desesperarme por entrar en una relación, dejando que las situaciones siguieran su curso, ya no había química con el primero que veía porque sus ojos o su sonrisa fuesen bellas o sexy. Es increíble, porque cuando estás completa y feliz, se te desarrolla la intuición y hasta el olfato para saber y detectar que en la manera que te abordan o se te acercan, ya sabes que -simplemente- “no es”.

Cada un@ de ustedes puede llegar a vivir de esta manera. ¡Yo lo logré! Y una vez que encuentras tu paz interior la defiendes con todo, y seguro en un momento de tu vida llegaste a decretar “Prefiero quedarme sola/o, los hombres/mujeres no sirven o son malos/as”; me pasó alguna vez y no es cierto, hay seres maravillosos esperando por nosotros, solo debemos salir de nuestra zona de confort y tomar las riendas del cambio.

Hoy en día me preguntan si estoy sola y yo respondo: ¿Sola yo? ¡No! He estado en una profunda relación conmigo misma, para que cuando llegue el amor a mi vida solo refleje lo mejor de mí.

Adriana González
@Adri_viajera

Instagram: @Resonandoenpositivo

Comentarios de Facebook

Dejar una respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here