La obra de Mary Reid Kelley (Estados Unidos, 1979) es un poderoso sincretismo donde confluyen muchas tendencias, así como discursos y manifestaciones estilísticas. Su estética tiene un carácter único que bien podría convertirse en un canon per se. Es en parte esa noción superlativa en torno al fenómeno del arte, quizá producto del hecho de que esta creadora proviene del mundo académico, lo que redunda en que se dé esta poderosa mezcla que revela las obsesiones más profundas de la artista.
Esta norteamericana, formada inicialmente en la pintura, ha derivado hacia el video arte y el performance, logrando un poderoso eclecticismo en el que confluyen su propia línea pictórica, la poesía, los discursos en torno a la mujer, el erotismo, el suicidio, la mitología clásica, las problemáticas sociales y la historia. Es llamativa, no obstante, la fuerte impronta del canon inaugurado por Jean Cocteau que posee su línea pictórica, sobre todo en cuanto a las representaciones de rostros humanos. La narrativa de Reid kelley es la confluencia de atmósferas alucinadas y oníricas. Sus personajes poseen una fuerte carga donde la ironía, el humor, y un existencialismo desgarrado toman lugar.
La hechura de sus videos es llevada a efecto junto con su compañero, Patrick Kelley, con quien logra un nivel excelso en cuanto a los acabados de los mismos. Los guiones, todos realización de Mary, usualmente poseen formas líricas en las que incluso existe rima. La mirada al mito clásico y su replanteamiento en el presente es una de las obsesiones fundamentales de esta creadora. Hay, además, en eso de rasgar los límites de lo real, la evidencia de un profundo misticismo y de un discurso que demuele cualquier asidero lógico. Hay un cierto tono frenético en la forma cómo las escenas de sus videos van deviniendo, así como en el modo que tienen los personajes –que son siempre interpretados por la artista– de confrontar al espectador.
El rol de la mujer aparece en múltiples planos discursivos en su obra. De esta manera, la mujer como sujeto histórico inaugura una serie de nuevos planteamiento en este trabajo, al igual que la mujer en tanto sujeto lírico y sujeto generador del fenómeno lírico. Hay en este caso una impronta de la totalidad donde el abordaje en torno a la sociedad de consumo y a la hiper aceleración de las circunstancias, luego de que se produjera la industrialización mundial, es uno de los puntos centrales. Con Mary Reid Kelley estamos, sin lugar a dudas, frente a una de las poetas de la vanguardia norteamericana, una poeta que echa mano de un sinfín de elementos visuales para concretar su propuesta.
No deja de llamarme la atención el abordaje que hace esta artista en torno al suicidio. Ello es relevante por ejemplo en su reciente trabajo,This is Offal (2015), inspirado en el poema de 1844 de Thomas Hood,The Bridge of Sighs, y que fue transmitido en vivo mediante Internet por el Tate Modern el 19 de noviembre de 2015. En esta obra, la perspectiva a partir de la cual la norteamericana plantea el suicido se da mediante la voz de la propia mujer suicida en una suerte de “perspectiva irreal” donde hay, de nuevo, un trastocamiento del orden lógico. Es obvia entonces la profunda cualidad transgresora de esta artista, una transgresión que está referida hacia la realidad misma.
En general, en su obra, hay asimismo una transgresión en lo referido al género, en el sentido de que sus caracteres tienen en sí la confluencia de lo masculino y lo femenino. A nivel formal, el trabajo de esta creadora es profundamente minucioso y con una elaboración donde la impronta del detalle es evidente. El manejar diversos andamiajes teóricos y estéticos, dado su background académico ha redundado en una obra exuberante y de gran desenvoltura. Pienso que quizá hay matices y vasos comunicantes entre esta propuesta y lo que fue la poesía confesional.
La obra de esta artista constituye un momento privilegiado en el devenir del arte mundial. Sin duda estamos en presencia de una creadora que dialoga con su tiempo y con todos los tiempos.
EL NACIONAL