Él es Ramón Valery, el ingeniero de sonido y director técnico de Ilan Chester, el “músico de Venezuela”. Tiene 30 años trabajando con este gran artista venezolano con el cual ha compartido en todos los escenarios del mundo. Pero para llegar a trabajar al lado del compositor de temas como “Cerro Ávila”, “Es verdad” y “Palabras del alma”, había que tener algo más que una verdadera amistad con él. Valery es graduado Cum Laude en una de las más prestigiosas escuelas de música del mundo: la famosa Berklee College of Music de Boston. Además de productor musical, es arreglista y compositor.
“El Mismo País” conversó con él sobre su carrera y sobre sus años con Ilan, un artista con el cual le ha ofrecido al público venezolano, décadas de amor y entretenimiento desde la época dorada de los años ochenta.
-¿Cuándo empezó tu relación de trabajo con Ilan?
– Cuando regresé de estudiar de Berklee. En el año 86 empecé a trabajar en el estudio de “Pirulo” González. Un día Ilan contrató el estudio para hacer la música de una película allí. Resulta que le gustó mucho mi forma de trabajar y me dijo que me llamaría para cuando hiciera su disco. La verdad es que yo lo tomé como esas promesas que no se cumplen, pero pasaron unos meses y me llamó. Me fui de gira con él y recuerdo que, terminábamos los shows y seguíamos trabajando en la suite del hotel. Programamos vía MIDI todo el disco que luego se llamó “Al pie de la letra”.
-¿Cómo llegaste a ser su director técnico?
-Luego del disco, Ilan me pidió que programara sus teclados en vivo, de forma que, con solo apretar un botón, él pudiera tener acceso a los sonidos que quería. En esa época, todo se hacia con MIDI y desde un controlador hacía sonar 5 ó 6 sintetizadores y samplers que estaban en un rack inmenso que llamaban “la nevera”. Pero como a veces no funcionaba, y si estaban lejos de Caracas, tenían que llamarme por teléfono para que los arreglara a distancia. Hasta que un día Ilan me dijo: “¿Qué tal si te vas de gira conmigo los fines de semana? Así, si algo no funciona, estás ahí”. ¿Un fin de semana con tus panas en un hotel 5 estrellas con todos los gastos pagados? A mí me gustó la idea porque pasaba toda la semana metido en un estudio. Con el tiempo, aprovecharon que ya estaba ahí y me contrataron como ingeniero de monitores. Un día el que era su director técnico se me acercó y me dijo: “Quizás hoy te ofrezcan mi trabajo”. Al final de ese concierto en el Teatro Teresa Carreño, Ilan me ofreció ser su director técnico.
Al inicio de su carrera, Ramón Valery solo trabajaba para Ilan, aunque al mismo tiempo era productor de música publicitaria y estuvo como tecladista y director musical de la banda de Karina. Trabajó, entre muchos otros proyectos, en discos de artistas de la talla de Vytas Brenner. El tiempo libre en su estudio lo dedica a hacer “jingles”. SONARTE, la empresa de sonido de Rafael Rondón, utiliza sus servicios con frecuencia.
En el 2002, cansado de la situación del país, tomó la decisión de irse a Italia. Estuvo allá 3 años.
-Cuando regresé de Italia, me empezaron a llamar también otros artistas para que hiciera ingeniería de sonido para ellos.
Valery ha hecho giras desde entonces con gente como C4 Trío, el “Pollo” Brito y Luis Chataing.
La “Despedida” de Ilan
-¿Por qué Ilan decidió retirarse? ¿Cómo fue eso?
-Recuerdo que estábamos en unas presentaciones en el exterior cuando él me comentó que ya estaba listo para entrar en el estudio para grabar un nuevo disco. Ya se había hecho una pre-producción en Miami y su nueva disquera se negaba a pagar lo que estaba estipulado en el contrato. Harto del maltrato de la industria, decidió retirarse y planificó una extensa gira de despedida que nos llevó por toda Venezuela. Fue una sola gira de despedida. Nunca se retiró varias veces, solo que fueron muchos conciertos. Luego, gracias a Dios, regresó con todas esas joyas de la música venezolana que finalmente lo llevaron a ganarse el Grammy Latino en el 2010.
-¿Qué planes nuevos tienes ahora con él?
-Vienen varios proyectos: desde un disco instrumental hasta la puesta en escena de su última obra “Symphony of the Soul”. Mientras tanto, siguen los conciertos. Seguimos de gira por el mundo con su monólogo “El Musiú”. Cada vez hay más venezolanos afuera. Y si “el músico de Venezuela” va y les canta, pues eso es como si se compraran un pasaje en primera clase para ver el Cerro Ávila. Son recuerdos que se llevan en el alma y hacer música con Ilan siempre es una dicha espiritual inmensa y una grata sorpresa en el escenario.
EMP