Una canción alcanza para medir su popularidad, su amplio recorrido más allá del jazz, que lo vio crecer y fortalecer su trayectoria. Esa canción se encuentra, precisamente, entre lo más pop de su repertorio. Se trata de “Moonlighting”, o “Luz de luna”, tema central de la recordada serie de los 80 del mismo nombre, que protagonizaron Bruce Willis y Cybill Shepherd.

“Al Jarreau falleció este mañana (ayer), a las 5.30 de Los Ángeles. Estaba hospitalizado, acompañado de su hijo Ryan; su esposa, Susan; amigos, y familiares”, explicó a través de un comunicado el manager del cantante, Joe Gordon. La familia celebrará un oficio religioso para los más allegados al cantante y no organizará ningún homenaje público.

Alwyn López Jarreau nació en Milwaukee (Wisconsin), ciudad que es famosa en los Estados Unidos tanto por su producción de leche como de cerveza. En sus comienzos, su estilo interpretativo se inspiró en la elegancia vocal de Nat King Cole.

Pero la primera vocación que se despertó en él no fue la música, sino la psicología. Tras graduarse, se mudó a San Francisco, ciudad en la que ejerció como asesor en terapias de rehabilitación. Allí trató cuadros de alcoholismo, drogadicción y esclerosis múltiple. Esto lo marcó de tal forma que nunca se alejó del todo de la asistencia social. “Su segunda prioridad en la vida era la música”, declaró Joe Gordon. “La primera era curar y consolar a los que sufren”, señaló su representante.

En días del colegio secundario, Jarreau formó su primer grupo, The Indigos, con el que empezó a presentarse los fines de semana. Pero fue en la icónica San Francisco de los 60 donde se zambulló con fuerza en la música. Primero, como miembro del trío liderado por George Duke, y luego, entre Nueva York y Los Ángeles, probando suerte en el circuito de clubes de jazz. “Lock all the Gates” y “Sweet Potato Pie” fueron algunas de las primeras canciones de su autoría.

A mediados de la década del 70, un cazatalentos lo llevó a Warner, discográfica con la que firmó su primer contrato. Los frutos se verían muy rápidamente. Su álbum We Got By lo sacó definitivamente del anonimato.

Dos años más tarde, en 1977, ganó el primero de sus siete Grammy gracias a otro disco, el hoy clásico Look to the Rainbow. Pero detengámonos un segundo en los premios Grammy. El galardón se hizo eco de la multiplicidad de géneros que abordó el cantante en su carrera y lo premió tanto en jazz como en pop y en R&B.

Autor de un repertorio ecléctico, indagó en el pop y el soul como su amigo George Benson, pero también en el R&B y hasta el funk. Su segundo Grammy lo ganó gracias a All Fly Home, de 1978. Tras él se sucedieron This Time (1980) y el muy vendedor Breakin’ Away” (1981), que le valió otros dos gramófonos.

La del 80 fue, tal vez, la década más activa para Jarreau. Y la de mayor popularidad. En el 86 se unió al productor Nile Rodgers (Chic) para hacer L Is For Lover. Un año después, invadiría los hogares con la canción central de la serie Moonlighting.

Ya en el nuevo siglo, su obra más ambiciosa la produjo con George Benson (2006): Givin’it Up. De este disco participaron Paul McCartney, Herbie Hancock y Marcus Miller.

Elegante, siempre con una gorra o boina negra cubriendo su cabeza, Jarreau fue un hombre refinado. El desprecio de algunos puristas del jazz nunca hizo mella en él. “Mi principal contribución a la música es haber introducido el ritmo en el registro vocal”, señaló con certeza en una ocasión.

La Nación 

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