Ibsen Martínez: En respuesta a un argumento de Francisco Suniaga

Pues yo al leerte, amigo Francisco, acabo de reconocerme como parte del contingente primitivo e infantil que describes. En algún tuit anticipé ayer que pronto escucharíamos las viejas ruedas de molino del “arte de lo posible” y “un paso a la vez”. El parangón que haces entre Maquiavelo , padre de la moderna politología, y el ignorantón caudillo premoderno que fue Alfaro Ucero apenas logra hacerme sonreír y prefiero tomarlo como una humorada margariteña. Y eso de atribuirle a Maduro, un grosero autócrata donde los haya, cualidades y destrezas especiales para la política, como si de un Metternich o un taimado Talleyrand cucuteño se tratase, cuando no es en realidad más que el bárbaro responsable de decenas de muertes y encarcelamientos, me induce a callar desde este momento y .una vez más, salir de las redes sociales, para ver, desde los “bleachers”, cómo se desmoviliza la protesta para que actúen los superdotados de la política y promuevan ir a las elecciones regionales, aún ” en las condiciones restringidas acostumbradas”, dicho sea así para usar tus palabras. No me he detenido a pensar si todo el que hoy piense distinto a los partidarios de acudir a las regionales es un “mariacorino” ( neologismo que sugiere que simpatizar con María Corina Machado expresa alguna deficiencia mental ), pero barrunto que no son pocos quienes piensan que, hasta hace pocos meses, podía valer mucho ( ¡y ciertamente era bastante debatible !) el argumento que llevó a la MUD a participar en el “diálogo” que, al cabo, solo concitó el desencanto político y el repudio a la MUD de una vasta masa opositora. Pero una vez recuperado a pulso el crédito de su dirigencia en las jornadas recientes, cuando hemos visto a todos los jefes politicos de la MUD darlo todo junto a su valiente pueblo, cuando se inhabilita desembozadamente al más caracterizado demócrata presidenciable, Henrique Capriles, luciría como una inconsecuencia para con Leopoldo López y más de un centenar de presos políticos, ¡para con los jovenes asesinados como Jairo Ortiz!, conducirse en lo sucesivo como si no hubiese sido Maduro quien se ha puesto fuera de toda legalidad constitucional al disolver arteramente la Asamblea Nacional y quien, al tiempo que habla “sibilinamente” ( sigo tus palabras) de elecciones regionales, no deja de amenazar, haciendo coro a Diosdado Cabello (quien tal vez se te asemeje a un sutilisimo Mijáil Bujarín del régimen) con encarcelar a los más señalados líderes de oposición que aún queden libres (Ma Corina incluida, ¿por qué no?) y promete sojuzgar a todos los demás venezolanos. Justamente porque, tal como señalas atinadamente, ya no se trata de un “régimen híbrido” ni de una “democracia no-liberal”, en fin, de un régimen difícil de caracterizar politológicamente , sino de una dictadura monda y lironda, abiertamente sangrienta, una dictadura al fin tenida por tal internacionalmente, y a la que no puede dársele crédito alguno cuándo promete elecciones para 2018 puesto que hace ya tiempo canceló nuestro derecho a votar, acudir a unas elecciones regionales seria un despropósito. Después de lo ocurrido con el Revocatorio 2016 carece de todo sentido el “sensato gradualismo” de acudir a unas regionales. ¿Ganar gobernaciones y alcaldías para que, al día siguiente, se vean conculcadas sus atribuciones, tal como se ha hecho con la Asamblea mayoritariamente electa? ¡Tal como desde 2008 se ha hecho con todas las victorias opositoras en elecciones regionales! Y, para colmo, ¿bajo lo que, ya indiscutiblemente, es una dictadura? Pero no me hago ilusiones , no tengo influencia ni predicamento alguno entre la clase política venezolana, y sé que al cabo harán lo que les pida el cuerpo, de modo que no me extrañaría ver que esta noble insurrección civi de Semana Santa no será como la que en 1916 promovió la independencia de Irlanda, y mucho menos como las gloriosas jornadas caraqueñas de la Semana Santa de 1810. Innecesario decir que mi discrepancia no disminuye mi afecto y mi admiración por tí y por tu obra, mucho menos la certeza que tengo en tus mil veces demostradas vocación democrática y probidad intelectual. Un abrazo. IM