Sorprende que nadie haya caído en que los superhéroes se ponen a la faena y en un pis pas te destrozan la ciudad entera, y a veces, si el pringado de turno se hace el duro, hasta dos o tres Gotham o Metrópolis. Edificios enteros caídos, nubes de radiactividad por todas partes, daños colaterales por doquier… En suma, que estos tíos no nos salen rentables.
Pues esto, que parece una boutade, le ha servido a Snyder como excusa para enfrentar a estos dos disfrazados y que se líen a mamporros. No es un motivo muy sólido, pero vale para hacer caja, que es de lo que se trata.
Snyder ha dividido en dos la muy larga trama de dos horas y media. La primera es la más valiosa pues hace discurrir a sus protagonistas sobre sus acciones, lo que les hace entrar en confusión. ¿Es válido lo que hacen y cómo lo hacen? Son jueces y verdugos sin nadie a quien rendir cuentas. Dependemos de su misericordia, pero y ¿si se equivocan en los juicios? En ese tormento de sensaciones el filme gana peso, todo el que puede antes de que entren los truenos, las armas y los trucos de magia, que son muchos y esplendorosos. De estos últimos ya hemos tenido bastante, así que no hay nada nuevo bajo el sol.
Luego están los actores, que tienen su aquél. Como suele pasar, el mejor es el malo, entre otras cosas porque Eisenberg es mejor actor que el resto con bastante ventaja. A este ya se le vieron atisbos de mala leche en «La red social», vendiendo a amigos como si nada. Snyder lo ha sabido ver para configurar un malo brillante, de lo mejorcito del proyecto. El resto da lo mejor de sí (que en el caso de Jeremy Irons es mucho), con especial mención a Ben Affleck, que ha trabajado mucho para ponerse como un armario de cinco puertas, tanto que apenas se puede mover (lo que debe estar carcajeándose a su costa, de buen rollo, su íntimo amigo Matt Damon). En suma, un buen filme con cierto altibajos.
Dirección: Zack Snyder. Con: Ben Affleck, Henry Cavill, Gal Gadot.
José Manuel Cuellar
ABC de España
