La palabra ‘hype’ aparece cuando un producto está en boca de todos o es promocionado con exceso. Eso es lo que le está pasando en estos momentos al celebrado musical “La La Land”, que tiene 14 nominaciones del premio Oscar e igualó el récord de “Titanic” y “Eva al desnudo”.
Esta omnipresencia puede generar un rechazo irracional. Es probable que muchos que no han visto la película se predispongan a odiarla por el ruido mediático que envuelve a “La La Land”.
El ‘hype’ también infla las expectativas. Eso provoca que más de uno, luego de ver “La La Land” y sentir que la película no estuvo a la altura de lo que se comentaba, piense que ha sido engañado. La decepción es una sensación que cala y que es difícil de desterrar.
También está la cuestión del gusto, que muchas veces va más allá de la calidad de una película o de los actores. El género musical no seduce precisamente a todos. Sus prejuicios los bloquean para disfrutar de los cantos y bailes de Emma Stone y Ryan Gosling.
A otros el Oscar simplemente no les va. Son los que se irritan con la invasión a nuestro inconsciente que plantea presuntamente los Estados Unidos a través de Hollywood.
Están, además, los que no tienen ningún rollo con el Oscar, pero que miran con sospecha tanto acaparamiento. Para ellos, las 14 nominaciones de “La La Land” les quitan espacios de reconocimiento a otros. Ellos se preguntan: ¿por qué Amy Adams no está nominada?
También figuran los que desaprueban la estrategia cinematográfica de Damien Chazelle, el director de “La La Land”. Ellos desconfían de tantos guiños al pasado y citas a “Casablanca”, “Rebelde sin causa”, “Cantando bajo la lluvia”, entre otros clásicos. Este grupo considera que esto no es homenaje, sino oportunismo.
Y otros, sencillamente, no nacieron para ser románticos o para disfrutar de un espectáculo con todo el sello de la industria de cine de Hollywood.
En cuanto a ti, estimado lector, ¿cuáles son tus razones para amar u odiar a “La La Land”?