Después de que se confirmara que “La La Land” no era la vencedora de la noche, el actor nos obsequió con una importante lección: todo tiene la importancia que le damos
La vida, a veces, se parece mucho a una película de Billy Wilder. Y ayer, cuando se produjo ese maldito error sobre el escenario del Dolby Theatre, sentimos que la anterior afirmación no es que sea cierta sino que está a punto de alcanzar la categoría de verdad universal, de ley de vida.
En ese escenario observamos muchas cosas interesantes, más allá del error –La La Land no era la Mejor Película sino Moonlight–. Vimos a un Warren Beattytratando de arreglar un lío mayúsculo, a una Emma Stone paralizada, a un productor anónimo que cogió la batuta y aclaró a unos cuanto millones de personas lo que estaba pasando y a un regidor que con el mayor de los sigilos se plantó en el escenario dispuesto a solucionar el problema. Vimos a muchas personas reaccionando en directo ante una situación muy incómoda y de eso sí que podemos aprender unas cuantas cosas. Pero de entre todas ellas, hubo una cuya inesperada actitud no sólo dejó atónitos a los presentes sino que terminó por convertirse en el verdadero modelo a seguir. Hablamos, por supuesto, de Ryan Gosling y de por qué decidió reírse cuando todo el mundo se echaba las manos a la cabeza y gritaba “no puede ser”, “menuda catástrofe”. De nuevo, Ryan ha demostrado que además de un estupendo actor es el heredero natural de John Wayne, el nuevo “hombre tranquilo”, el maestro zen de Hollywood. Y ante semejante demostración de mesura y elegancia (en un mundo dominado por los impulsos y el exceso), sólo nos queda aprender (estas 5 cosas):
1. Cuando el caos se apodera del ambiente, debes hacer dos cosas: detenerte y observar.
Ryan estaba medio escondido entre el equipo de La La Land, colocado en una estratégica posición lateral para quizá porporcionar todo el protagonismo a los productores de la cinta. Así que cuando se produjo el lío, digamos que dicha localización le ayudó a observar lo que estaba sucediendo con perspectiva y evitar verse arrastrado por la corriente de emociones sin sentido que se habían apoderado no sólo del equipo del filme, sino de todo el teatro (hubo algún que otro actor que aprovechó la situación para sobreactuar un poquito y de paso captar la atención de las cámaras). En resumen, la discrección jamás jugará en tu contra.
2. Antes de protestar, sin saber lo que de verdad está pasando, cállate.
Ni una palabra. Ryan decidió recurrir a su personaje en Drive –un ser parco en palabras pero de gran corazón– para salir del aprieto. Eso sí, cuando sus compañeros de Moonlight accedieron al escenario, les abrazó con una sonrisa en los labios.
3. A veces, lo mejor es reírse
Después de esta demostración de contención, Ryan se rió. Sí, lo hizo mientras el pobre Warren Beatty trataba de aclarar delante del micro que no había sido culpa suya, mientras Jimmy Kimmel hacía bromas sin gracia y mientras Emma Stone miraba con la boca abierta lo que estaba pasando. Y es que como bien demuestra la también nominada Manchester Frente al Mar, las situaciones más dramáticas de la vida pueden tener su “gracia” y, de hecho, reírse es sinónimo de poseer una inteligencia aguda y dulce. ¿Qué más se podía hacer? Pues eso, reírse.
RYAN GOSLING IS LAUGHING AT THE FACT LA LA LAND ACTUALLY LOST BEST PICTURE THIS IS WHY I LOVE RYAN GOSLING pic.twitter.com/4c7m1IKilS
— jezz (@R0GERSXGREYS) February 27, 2017
4. Los Oscars no son tan importantes
A veces conviene recordarlo porque en esta sociedad obsesionada con el éxito y la celebridad, parece que los famosos premios significan todo. Pues no, los Oscars son concedidos por un grupo de señores cuyos gustos poco o nada pueden tener que ver con los tuyos, y también hay que recordar que grandes actores como la propia Isabelle Huppert NO tienen uno. ¿Eso les convierte en peores intérpretes? ¿Haber ganado uno hace que Emma Stone sea una actriz increíble? No, en ambos casos. Y la reacción tranquila y sosegada de Ryan ante la mayor catástrofe de la historia de los galardones así lo confirma: “mira, de verdad, que esto no es tan importante”.
5. Igual tanto drama, no es saludable
Estamos aquí dos días contados, así que en teoría lo mejor que podemos hacer es “pasarlo bien”, como diría Woody Allen y como dice una de las canciones de La La Land (Otro día de sol). Ryan se ríe y con esa carcajada inesperada demuestra que no merece la pena enfardarse, ni culparse ni lamentarse. Pues eso, bailemos.