Una mañana de diciembre, en 1970, un inesperado visitante llegó hasta la Casa Blanca, cuando quien la ocupaba era el presidente conservador Richard M. Nixon.
Se trataba nada más y nada menos que el rey del rock and roll, Elvis Presley, que dejó una nota con los funcionarios de seguridad solicitando una reunión con el presidente.
La resultante reunión entre Elvis y Nixon fue registrada primero en una fotografía -el documento más solicitado de los Archivos Nacionales de EE.UU.- y, ahora, en una nueva película, “Elvis & Nixon”.
En la Oficina Oval se encontraba un tercer hombre, el funcionario gubernamental Bud Krogh, que luego fue encarcelado por su papel en el escándalo de Watergate.
Krogh ahora se encuentra en la Escuela de Ética Global y Liderazgo, en Washington, y habló con la BBC sobre la inusitada visita del roquero a la Casa Blanca.
“Cuando recibí la carta escrita a mano por Elvis en un avión con destino a Washington DC, sonaba muy sincera pero tenía que verificar esa sinceridad reuniéndome con dos de los acompañantes de Elvis para confirmar que se trataba de una solicitud seria”, expresó Krogh.
La solicitud resultó ser en serio y la reunión se llevó a cabo.
Momento coyuntural
Para entender cómo dos hombres aparentemente tan diferentes sostuvieron una reunión tan disparatada hay que conocer un poco del contexto.
En ese entonces, eran dos de los individuos más famosos del mundo. Nixon, el presidente del país más poderoso, Elvis un cantante con una popularidad que atraía a millones.
Ambos, sin embargo, estaban pasando por un momento difícil en sus carreras. El presidente lidiaba con la guerra de Vietnam, descontento ciudadano, protestas violentas y un grave problema de consumo de drogas en las calles de las grandes ciudades.
Elvis Presley, por su parte, llevaba unos cuantos años sin un éxito de cartelera y su imagen de ídolo rebelde había sido rebasada por una juventud atraída por las corrientes del hipismo, el amor libre, el pacifismo y las drogas estupefacientes.
Pero Presley también tenía un motivo muy puntual para entrevistarse con Richard Nixon, un deseo que estaba alimentado por una fantasía íntima.
Según Jerry Schilling, uno de los amigos más cercanos del cantante, a Elvis le encantaba la ley y el orden. Estaba fascinado con la policía y tenía una gran colección de armas e insignias de policía.
Lea el artículo completo en BBC MUNDO