“Él se perdió en la lancha Éliga II un 25 de septiembre de 1989. Recuerdo que ese día, como a las 11 de la mañana, mientras lavaba ropa, sentí su perfume, ¡entonces se me vino la idea de que se había ahogado!”, recuerda para BBC Mundo.

Pero la tumba de Adinsón está vacía. Al igual que las otras 30 de este camposanto. El de Punta Lavapié es un cementerio simbólico, uno de los catorce que hay en la región chilena del Biobío. El único lugar del mundo donde existen.

Tumbas sin difunto

Berta Ziebrecht Quiñones y Víctor Rojas Farías publicaron en 2013 “Cementerios Simbólicos. Tumbas sin difunto: Pescadores artesanales de la Región del Biobío”, donde dieron a conocer en detalle el origen y descripción de esta tradición, que cuenta con más de 300 años.

“No contábamos con bibliografía sobre las tradiciones del mar en Chile, así que partimos de cero. Vimos que estos cementerios son en parte la evolución de una herencia de indígenas lafkenches, quienes habitaron las costas de la Región del Biobío”.

“Esta tradición se traspasó a los criollos y, mezclada con otros concurrentes, originó los cementerios simbólicos”, cuenta a BBC Mundo Víctor Rojas Farías.

Antes de que la tradición fuese traspasada a los criollos, “La Mocha” −aquella isla mítica que inspiró a Herman Melville a escribir “Moby Dick”− fue determinante en los ritos mortuorios de la zona.

“Los mapuche creían que en esa isla había un portal, a donde se llegaba en ballenas, y de ahí las almas partían al otro mundo, explica Rojas Farías.

Los ritos fúnebres mapuche se mezclaron con las costumbres cristianas de los pescadores, que los españoles habían traído consigo.

Una de esas costumbres era, precisamente, la de hacer entierros simbólicos, porque ¿qué pasa si no hay cadáver?, ¿dónde visitar al difunto? Es así, entonces, como surgen los cementerios simbólicos.

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BBC 

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