Mensualidades que oscilan entre 25 mil y 40 mil bolívares se avizoran de cara al nuevo año escolar, proyecciones que tienen a muchos padres de cabeza, quienes buscan qué sacrificar para mantener a sus vástagos en instituciones privadas, donde consideran que reciben una mejor educación.
Tal es el caso de Marcia González, quien inició pagando Bs. 2.500 el período académico 2015-2016 en un plantel de la capital mirandina, monto que llevaron a 3.500 en noviembre y luego aumentaron otros mil bolívares en noviembre. “En marzo de este año pidieron un bono para no aumentar pero tras el ajuste salarial de mayo incrementaron de forma proporcional, es decir, 30 %. Lo más crítico es que dicen que para cuarto grado me tocará pagar Bs. 25 mil por mi chama que apenas va por básica. Antes uno se preocupaba por el dinero de cara a la universidad, pero ahora hasta la educación inicial es una renta”.
–Por la zona donde vivimos le correspondería la Simón Bolívar o el San José; sin embargo, me niego a que ingrese a alguno de estos planteles públicos. El primero ha servido de escenario de casi 10 robos en lo que va de período escolar y en el otro lastimosamente la calidad educativa se ha venido a menos. Pasó de ser una referencia por sus altos estándares de calidad a una burla, lo que se nota en los uniformes de los jóvenes que básicamente se visten como mejor les plazca (…) Otra debilidad del sistema público es la ausencia de docentes y las constantes protestas que llevan a paralizar actividades que hacen que pierdan más clases de lo habitual y salgan peor preparados.
La opinión es compartida por Ofelix Contreras, madre de dos chamos, uno que pasó para sexto grado y otro que fue promovido para el último año de bachillerato. “Formar a las generaciones de relevo es un dolor de cabeza brutal: viene la compra de útiles escolares y uniformes, últimos que representan el gasto más duro porque incluyen calzado y éste no se encuentra por menos de Bs. 20 mil y en muchos casos eso no es sinónimo de calidad y a los tres meses hay que mandarlos a reparar y ya la gracia sale por 2.500. Todo es gasto por donde se vea”.
–Pese a que el sueldo apenas me rinde para comprar los alimentos del mes, estoy reuniendo para afrontar el golpe a la economía familiar que representa cada inicio de año escolar. La lista la he ido comprando desde enero y el uniforme se ha venido a menos. Hasta hace un par de años le compraba tres camisas y dos pantalones a cada uno, más su uniforme de educación física; ahora uno a cada uno y les pido encarecidamente que lo cuiden como si se tratara de su ropa favorita con la esperanza de que les dure todo el año.
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