Una defensa de la libertad, de la democracia occidental y una exaltación de la escritura, de la literatura, es lo que hace Mario Vargas Llosa en el libro “Elogio de la educación”, publicado este año…

Una defensa de la libertad, de la democracia occidental y una exaltación de la escritura, de la literatura, es lo que hace Mario Vargas Llosa en el libro “Elogio de la educación”, publicado este año en México.

A través de siete textos, entre ellos el que leyó al recibir el Premio Nobel de Literatura, en diciembre de 2010, el escritor peruano con nacionalidad española pondera dichos temas como sustanciales para conservar el mundo occidental tal y como lo conocemos.

Publicado por la editorial Taurus, en su colección Great Ideas, el libro de 121 páginas reúne los artículos “¿Qué es un gran libro?”, “La literatura y la vida”, “Elogio de las bibliotecas”, “Semilla de los sueños”, “Dinosaurios en tiempos difíciles”, “La solitaria y el Catoblepas” y “Elogio de la literatura y la ficción”.

En los textos, con fechas que van de 1979 a 2010, el autor de novelas como “Conversación en La Catedral”, “La ciudad y los perros” y “La tía Julia y el escribidor” vierte reflexiones como “un gran libro es aquél que se introduce en mi vida, perdura en ella y la modifica”.

Sobre el valor social de la escritura, de la obra publicada, el escritor que el 28 de marzo próximo cumplirá 80 años, anota que “no es exagerado decir que una pareja que ha leído a Garcilaso, a Petrarca, a Góngora y a Baudelaire ama y goza mejor que otra de analfabetos semiidiotizados por los programas de televisión”.

Respecto a la importancia de la literatura en la sociedad, en la vida democrática y la libertad, indica que “ella es alimento a espíritus indóciles y propagadora de inconformidad, un refugio para aquél al que sobra o falta algo, en la vida, para no ser infeliz, para no sentirse incompleto, sin realizar sus aspiraciones”.

Y en otra parte, siguiendo esta idea, establece que “una sociedad democrática y libre necesita ciudadanos responsables y críticos, conscientes de la necesidad de someter continuamente a examen el mundo en el que vivimos para tratar de acercarlo –empresa siempre quimérica- a aquél que quisiéramos vivir”.

Para añadir más adelante que “no existe mejor fermento de insatisfacción frente a lo existente que la literatura”.

Igualmente, al hacer una defensa de los libros impresos, advierte sobre las publicaciones en medios electrónicos, los cuales avizoran “como un posible escenario histórico del futuro inmediato, una sociedad modernista, erizada de ordenadores, pantallas y parlantes, y sin libros”.

Una era en la que “los libros –la literatura- habrían pasado a ser lo que la alquimia en la era de la física: una curiosidad anacrónica, practicada en las catacumbas de la civilización mediática por unas minorías neuróticas”.

Sociedad que “sería profundamente incivilizado, aletargado, sin espíritu, una resignada humanidad de robots que habrían abdicado de la libertad”, anota el Premio Nobel de Literatura 2010 en “Elogio de la educación”, que apareció a fines del año pasado en España y en 2016 está en México.

Notimex

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