Alejados de los colores chillones, telas impermeables y cortes poco favorecedores, son una de las prendas más versátiles que puedes tener en tu clóset. Además de los textiles en que los puedes elegir, también los puedes costumizar, reciclando algunas chaquetas y practicando con aguja e hilo. Sigue leyendo y combínalos en tu día a día:
Camisetas gráficas. Quizás tengas chalecos de jean lavado olvidado en una gaveta. Pues úsalo con las típicas t-shirts estampadas con motivos abstractos, de cómics o de rayas y un pantalón neutro para una salida casual, o un viernes en la oficina. Sencilla y coqueta.
Bohemia. Si quieres revitalizar un poco ese vestido corto, solo tendrás que agregarle un chaleco. No importan el largo de las mangas, lo importante es el estalle y que se de el juego de volumen entre lo fluido y lo estructurado. Completa tu look con un par de zapatillas o botines al tobillo y una cartera tipo bandolera cruzada y lucirás tan desenfadada como las top models.
Largos. Inspirados en trajes masculinos, los chalecos largos generalmente parecen una levita; pero esto puede jugar mucho a tu favor. Pruébate tu vestido negro preferido, súbete a unos stilettos de piel brillante y súmale un chaleco. Como accesorios, los collares de dos o tres vueltas y toques brillantes harán el resto.
Skinny pants. Valen los jeans y pantalones pitillos y hasta los leggins. La clave es elegir una blusa algo holgada que te llegue hasta los muslos. Con chalecos negro, bordado o de punto agregarás un toque moderno y algo divertido.
Para no lucir con kilos de más, es recomendable que tus chalecos no te queden demasiado grandes en los hombros y en la cintura.
Usa tus chalecos de 4 formas diferentes – https://t.co/6U7DXAfMAn https://t.co/Nr7IN1WoNA