Carolina Pavón no puede salir del país ni ver a sus dos nenas, de 7 y 11 años; pidió ayuda a la Embajada
La de Carolina Pavón es una historia de amor que terminó mal, muy mal. Con ella atrapada en un país que no la reconoce, con un marido que le pega y dos niñas a las que no puede ver y que ni siquiera quieren verla, según denuncia desde El Cairo, mientras pide a la Embajada argentina en esa ciudad que le facilite el regreso a la Argentina.
Pavón llegó a Egipto en el año 2003 incentivada por la fascinación que le producen las diversas culturas. Fue por unos meses pero se quedó para estudiar Antropología. Se enamoró de un local, se casó y vino a la Argentina para probar suerte aquí. Pero su marido no logró adaptarse y en 2005 volvieron a África. Y todo cambió.
La relación entre ellos no volvió a ser lo que era. Comenzaron los golpes, las discusiones agresivas, las prohibiciones. En total fueron diez años de violencia. Hasta que dijo ya no más.
“El calvario de no poder salir del país empezó este año, a principios de año, no sé cuando mi esposo me hizo la restricción. Yo el año pasado hice abandono del hogar por violencia física y psicológica. Traté en junio de salir del país y no pude. El marido acá es dueño de la esposa. Me impide la salida del país, me saca el derecho a trabajar, no puedo mantenerme sin él”.
En diálogo con radio Belgrano, Carolina habló sobre su presente y la suerte que tuvo de encontrar una salida en un país que no tiene opciones para las mujeres casadas: “Tuve la suerte de que una familia me ofreciera quedarme en su casa. Ayudo con el cuidado de una persona mayor. Ellos tienen un buffet de abogados y ofrecieron tramitarme el divorcio para después solicitar el derecho de visitar a mis hijas y ahí sí podría irme del país. Pero para tener el derecho de visita necesito el divorcio y mi marido no me lo quiere dar”.
La argentina que nació en Misiones y que llegó a El Cairo llena de expectativas aseguró además que está en peligro, porque si la Policía se entera de la situación y le pide los documentos, inmediatamente la devolverá a su casa, junto a su esposo. “Si una mujer sufre violencia física necesita dos testigos que lo ameriten y eso no sucede porque siempre pasa puertas adentro. Si vas a la policía con moretones no pasa nada. La opinión de la mujer en Egipto es la mitad de la del hombre”.
Carolina también habló de lo difícil que es comunicarse con sus dos hijas, que tienen 11 y 7 años: “A las nenas no las veo desde diciembre. Hace una semana intenté ver a mis hijas y ellas me rechazaron, me dicen que me saque el velo, que soy una vergüenza, tienen el cerebro lavado. El padre les hizo prometer que no iban a hablar conmigo”.
Además, contó en una nota con Misiones Cuatro: “Mis hijas decían que Argentina es el lugar del pecado, donde comen cerdo, toman alcohol, fuman, que era un infierno. Para ellas soy Satanás que se sacó el velo y va a arder en el infierno. El padre les dice que si me ven, van a arder en el infierno también”.
Por último, hizo referencia a la ayuda que recibe de parte de la embajada argentina, aunque las leyes egipcias son una gran traba: “La embajada está conmigo desde un principio, pero acá están las leyes del país, que no se pueden saltar. Van a hacer una solicitud especial al gobierno egipcio”.