“Hay mujeres que necesitan ser violadas para tener sexo porque son histéricas y sienten culpa por no poder tener sexo libremente”. El músico argentino Gustavo Cordera hizo esa declaración frente a un grupo de estudiantes de periodismo amparado en las normas de la escuela, que contemplan que las respuestas de los invitados entrevistados no deben salir del aula. Pero uno de los alumnos, Jonatan Dalinger, decidió romper el reglamento y publicó fragmentos de la entrevista en su Facebook. El post se viralizó en las redes en pocas horas y provocó un alud de críticas contra el excantante de la banda Bersuit Vergarabat, una de las más populares de Argentina. Cordera ha visto cancelados varios conciertos y será denunciado ante la Justicia por sus dichos.

Consultado por los alumnos de TEA Arte sobre las denuncias por abusos sexuales contra dos colegas, los músicos Cristian Aldana (de El otro yo) y José Miguel del Popolo (de La ola que quería chau), Cordera respondió: “Aldana hace mucho que coge con pendejas (menores), ¿ahora eso es abuso?. Es una aberración de la ley que si una pendeja de 16 años con la concha caliente así quiera coger con vos y vos no te la cojas”. En un audio difundido después de que Dalinger revelase el contenido de la charla, puede escucharse la indignación con la que los estudiantes recibieron las palabras del músico, quien agregó que no cree en los derechos de la mujer ni en las leyes de los hombres, pero sí “en las de la naturaleza”. En su escrito, Dalinger definió al cantante como soberbio, arrogante y egocéntrico y le pidió que no vuelva a tomar un micrófono en lo que le queda de vida.

Al explotar la polémica, la directora de TEA Arte, Ingrid Beck, informó -primero a través de Twitter y después en un comunicado- que el reglamento de la escuela impide revelar el contenido de las entrevistas que se realizan allí, lo que no significa que avalen las declaraciones de los entrevistados. La misma línea defensiva usó Cordera, al asegurar que se trataba de un “psicodrama” para provocar a los alumnos y fue Dalinger quien “violó” el acuerdo de confidencialidad, aunque más tarde admitió que había metido la pata y pidió perdón.

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