Dado que no se cumplirá con ninguna de las recomendaciones adelantadas por la cancillería alemana, y que el gobierno de Nicolás Maduro que surgirá indefectiblemente de dichas elecciones carecería de credibilidad y legitimidad, ¿están dispuestos los señores de la MUD a hacerse cómplices de un gobierno dictatorial ilegítimo y carente de credibilidad? ¿Seguirán prestándose al hundimiento de la República?

Antonio Sánchez García @sangarccs

La política venezolana ha entrado en el limbo de la esquizofrenia. Por una parte, todo el mundo parece estar de acuerdo en repudiar al régimen dictatorial de Nicolás Maduro que hoy mismo protagoniza un hecho de extrema gravedad diplomática: declara persona non grata y expulsa al embajador de España en Caracas, Silva Fernández, en un claro acto de retaliación por las sanciones de todos los países miembros de la Unión Europea contra cinco altos personeros del régimen. Entre tanto, los senadores Marcos Rubio, republicano, y Bob Menéndez, demócrata, instan al presidente Donald Trump para que a través de su embajadora ante las Naciones Unidas Niky Haley convoque a una reunión especial del Consejo de Seguridad para tratar el caso Venezuela y el grave peligro que representa para la seguridad hemisférica. En tanto que El gobernador de Florida, Rick Scott, reiteró esta semana que daría todo su apoyo a medidas que permitan acabar con el régimen de Maduro y prohibió en su Estado todo intercambio comercial con Venezuela.

¿Expulsará el régimen a todos los embajadores de los países miembros de la Unión Europea declarándolos personas no gratas, que sería lo natural de acuerdo a su política del salto al abismo que parece haber iniciado a partir de las Masacre del Junquito, o se conformará con golpear al que nos está más próximo? ¿Duelen más las sanciones hispanas que las belgas, las alemanas, las italianas o las francesas? ¿Dónde se encuentran los depósitos más cuantiosos de los sancionados, dónde sus familiares? ¿O es España el país en una posición de mayor debilidad relativa ante la dictadura venezolana dada la mayor envergadura de sus inversiones en Venezuela? ¿Reaccionará a las medidas asumidas por el gobernador de Florida y la iniciativa de los senadores de las bancadas demócratas y republicanas rompiendo las relaciones con los Estados Unidos? ¿O estamos ante una clásica medida intimidatoria, muy de baja estofa, como corresponde a un gobierno forajido, de cortos alcances y pocos efectos?

Pero mientras la comunidad internacional, incluidos los presidentes del Grupo de Lima que acaban de reunirse en Santiago, enfilan sus baterías en la misma línea adelantada por los países de la Comunidad Europea, y los Estados Unidos marcan esa misma línea de rechazo a la dictadura de Nicolás Maduro, la oposición venezolana ha caído en una catatonia filo madurista mostrándose dispuesta a aceptar sin el más mínimo derecho a pataleo su participación en unas elecciones absolutamente fraudulentas por origen y desempeño, hecho que debe estar causando serias molestias en el seno de nuestros amigos de la comunidad internacional, ya habituados a las desconocidas y desaires de los partidos de la MUD, apegados al régimen mientras ellos rompen lanzas en respaldo de los esfuerzos por reinstaurar el Estado de derecho en Venezuela.

Dado que no se cumplirá con ninguna de las recomendaciones adelantadas por la cancillería alemana, y que el gobierno de Nicolás Maduro que surgirá indefectiblemente de dichas elecciones carecería de credibilidad y legitimidad, ¿están dispuestos los señores de la MUD a hacerse cómplices de un gobierno dictatorial ilegítimo y carente de credibilidad? ¿Seguirán prestándose al hundimiento de la República y la entronización de un régimen ya abiertamente totalitario?

Acorde con la tónica de las sanciones, todos los países mencionados han rechazado al unísono la precipitación de un organismo que todos ellos desconocen y rechazan por anticonstitucional, la llamada Asamblea Nacional Constituyente y declaran no estar dispuestos a aceptar la realización de unas elecciones presidenciales impuestas a la loca para descolocar al pueblo opositor y subordinarlo al nuevo CNE, tolerando la violación de las más elementales garantías de transparencia, observación y ecuanimidad. La cancillería alemana ha emitido este mismo 17 de enero de tal írrita convocatoria un comunicado que no permite lugar a dudas: “El Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Alemana a la opinión pública sobre situación electoral venezolana: La decisión dada a conocer hoy de adelantar las elecciones presidenciales al mes de abril del 2018 llena de preocupación al gobierno alemán. El Gobierno alemán le solicita al gobierno venezolano y a todas las autoridades involucradas en los preparativos electorales que aseguren que el proceso electoral se lleve a cabo con el tiempo suficiente. Elecciones justas, correctas y transparentes son indispensables para asegurarles a todos los involucrados que el próximo gobierno cuente con la credibilidad y legitimidad debidas.”

Dado que no se cumplirá con ninguna de las recomendaciones adelantadas por la cancillería alemana, y que el gobierno de Nicolás Maduro que surgirá indefectiblemente de dichas elecciones carecería de credibilidad y legitimidad, ¿están dispuestos los señores de la MUD a hacerse cómplices de un gobierno dictatorial ilegítimo y carente de credibilidad? ¿Seguirán prestándose al hundimiento de la República?

Si a la Masacre del Junquito, que ha conmocionado a la opinión pública mundial muchísimo más que en su momento el asesinato de Leonardo Ruiz Pineda, se suman las declaraciones de repudio que tan monstruoso crimen político ha provocado en las organizaciones de defensa de los Derechos Humanos, las sanciones acordadas por los Estados Unidos y la CEE más el rechazo de importantes y significativos factores opositores internos a la inconstitucional convocatoria electoral de un organismo fantasma, así como la virtual ilegalización del partido Voluntad Popular, muestran un contexto internacional altamente problemático, que hundirá en la desaprobación y el rechazo unánimes de las democracias occidentales a dicho proceso electoral, acarreando el descrédito, el desprecio y el rechazo de todos quienes se acoplen a la voluntad totalitaria de la dictadura.

Dichas elecciones, de llegar a realizarse, tendrán lugar en unas circunstancias internacionales aún peores para el régimen que las hoy reinantes. En Chile gobernará Sebastián Piñera y su canciller, el laureado novelista y defensor de los derechos humanos Roberto Ampuero, se ha comprometido públicamente a respaldar internacionalmente a la oposición democrática venezolana, ahora claramente escindida en una parte colaboracionista que no merecerá el calificativo de oposición y una oposición, esa sí actuante y legitimada por sus actos y declaraciones, intraficable y militantemente anti dictatorial. La que participe de la farsa se habrá auto condenado a ser no más que un apéndice de la policiaca estructura de poder, como los partidos comparsas de las dictaduras de la órbita soviética, tan conocidas por Ampuero, que viviera parte de su exilio en la ex RDA.

Por lo menos en el sur del continente, los tiempos se anuncian contrarios a las aspiraciones, deseos y manejos de la dictadura venezolana, la dictadura cubana y sus aliados del Foro de Sao Paulo. La condena a Lula da Silva borra del mapa brasileño la amenaza del castrismo. Sólo resta la incógnita de México, asomada a los delirios de López Obrador. Y Colombia, en donde cabe la esperanza de una importante victoria de la alianza encabezada por Álvaro Uribe Vélez y Andrés Pastrana. Mientras, la amenaza continúa.

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