Esta semana se cumplen 25 años de la Marcha de los Pendejos, cuando se convoco al país en contra de la corrupción y de la impunidad con una serie de protestas que surgieron por la asignación arbitraria de dólares para las importaciones a través del Régimen de Cambio Diferencial (RECADI).

Un cuarto de siglo después, la situación ha empeorado a niveles nunca vistos. El país ha sido saqueado. El propio gobierno reconoce que empresas de maletín se robaron en un año 30.000 millones de dólares a través de Cadivi. A pesar de las denuncias y hasta de la designación de una comisión presidencial para investigar el caso, no pasa nada. Ni siquiera han publicado las listas de los seudo empresarios responsables de este macro fraude a la nación.

A través de empresas de maletín se realizaron importaciones con sobrefacturación e inclusive, muchos de esos supuestos bienes importados nunca llegaron al país.

Todo ello es posible por la complicidad de altos funcionarios del gobierno que asignaban los dólares cobrando comisiones y al mismo tiempo establecían peajes en las aduanas donde fiscales tributarios y guardias nacionales eran los cómplices necesarios de la red de vagabunderías.

En el Congreso de la República, en mi condición de Primer Vice-presidente de la Cámara de Diputados (1989), solicité un derecho de palabra para denunciar las corruptelas de RECADI y la designación de una comisión especial para investigar las mismas, lo cual fue aprobado por unanimidad. Lamentablemente, a pesar de nuestro esfuerzo, de los casos denunciados solamente terminó en prisión un ciudadano de origen asiático que se conoció luego como “el chinito de RECADI”.

Todo esto dio lugar a un debate nacional y a las más variadas manifestaciones de indignación que se expresaron en una contundente marcha con participación de la sociedad civil, intelectuales, artistas, deportistas y líderes políticos y comunitarios. La Marcha de los Pendejos recogió el nombre con el que el Dr. Arturo Uslar Pietri calificó a la mayoría honesta del país, la que no se prestaba para las vivezas, picardías y delitos contra el patrimonio público.

Es oportuno el momento para recordar de manera reflexiva, cómo los venezolanos hemos sido sacudidos, en algunos momentos de nuestra historia, por los problemas de la degradación que han atravesado nuestras principales instituciones y cómo la corrupción ha tenido un efecto viral sobre el conjunto de la sociedad.

Lamentablemente hoy vivimos y padecemos, como nunca antes, la tiranía de la corrupción, la cual ha generado el binomio corrupción-impunidad, que ha secuestrado a las instituciones del Estado y las ha puesto al servicio de los intereses de la delincuencia organizada, en sus más variadas formas de expresión, hasta convertir al Estado venezolano en un Estado Delincuente, donde se sustituyó el Estado de Derecho – el legal, el constitucional- por un embrollo de intereses entretejido por las redes de la corrupción y amparado por la mayor impunidad conocida en nuestra historia republicana.
Es la corrupción ahora conocida como la de los boliburgueses y bolichicos, nueva casta que gobierna al país, tratando de apropiarse de la mayor suma del dinero público de los venezolanos.
Ahora mas que nunca se justifica una movilización en contra de la tiranía de la corrupción, que es la verdadera causa de los males que hoy padecemos: pésimos servicios públicos, inflación, escasez, alto costo de la vida y la inseguridad y violencia que acaba con la vida de tres venezolanos cada hora.

Carlos Tablante

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