El informe Almagro sustancia la ineludible verdad de una grave alteración del orden constitucional en Venezuela. La impenitente mendacidad de la camarilla que ostenta el poder en Venezuela pierde fuerza ante una situación que cada día se hace más evidente. Hoy podemos decir que los acostumbrados golpes de estado que se daban y se dan son cada vez más tangibles.

Hasta ahora, las coces disparadas contra la Constitución escondían su crueldad en el hecho de que el plano conceptual en que se han venido manifestando, requiere de alguna habilidad o herramienta técnica que permita su detección. Por ejemplo, las barbaridades que se tradujeron en unas leyes habilitantes que postraron a la Asamblea Nacional en la claudicación total por la connivencia de quienes hasta el 6D la controlaban, no podían hacerse evidentes para la mayoría de la gente, porque el atropello era perpetrado sin que hubiera dolientes que hicieran sentir sus quejas ante el país. El control total del poder por el extinto PSUV era el velo que hacía imperceptible cualquier violación a la Constitución.

No es que piense que esto cambió del todo, pero es claro que hemos dado un gigantesco paso en la dirección correcta. El escenario de hoy no es proclive para los zarpazos antojadizos de quien quiera que sea que ostenta el poder hoy en Venezuela. La representación nacional que hoy está presente en la Asamblea Nacional, acabó con la alcahuetería silente que mantenían quienes arruinaron a nuestro país.

Una cosa es tener a todos los poderes públicos diciendo que: “Como no, está muy bien que unos ex militantes del PSUV sean magistrados del TSJ”, a que el Poder Legislativo, electo mediante el voto universal, directo y secreto, aunque sea uno solo, solito, diga que no le parece porque esa es una grosera sinvergüenzura que viola en forma clara, flagrante y repugnante lo que prevé nuestra Constitución.

De manera que en medio de esta tragedia que vivimos, la primera ganancia que tenemos de haber optado por participar en unas elecciones que no se iban a dar, pero que se dieron, y que no íbamos a ganar, pero ganamos, fue tener la mayoría en una Asamblea Nacional que no se iba a instalar, pero se instaló, y que está convirtiendo las coces disimuladas por el silencio y la leguleyería complaciente y engolada, en golpes de estado tangibles, palpables, claros y raspados.

Me habría sentido defraudado si la Asamblea Nacional, incluso en medio de los inconmensurables obstáculos que enfrenta, no hubiese tomado la decisión de dejar sin efecto la designación de los magistrados instantáneos que perpetró la legislatura anterior, en fase moribunda, atendiéndole a los llamados a la prudencia porque con seguridad el TSJ anularía tal decisión. Afortunadamente, se impusieron la cordura y la dignidad republicanas y se hizo lo que había que hacer. Que asuman ellos las consecuencias de las graves violaciones al orden constitucional que continúan perpetrando, pero que ahora son claros, evidentes y tangibles.

Muy mal habríamos quedado si en Venezuela, el único poder público nacional que se ha zafado del manto del castrismo no hubiera sido coherente con lo que estamos denunciando en todos lados, cuando hasta la recién resucitada OEA, con el pulso de su Secretario General, ha asumido como tarea fundamental enfrentar y neutralizar la alteración del orden constitucional venezolano que implica la total y absoluta falta de independencia del poder judicial, entre otras razones que no le restan su peso fundamental.

Confío en que se va a seguir honrando a una soberanía popular que se ha expresado claramente por el cambio político en democracia y se van a seguir tomando las decisiones correctas desde allí, hasta que los golpes, por lo tangibles, sean neutralizados por la parálisis que se produce en quienes se saben descubiertos y saben que tendrán que responder.

Mientras tanto, por nuestra parte, sigamos firmando para hacer tangible el golpe de las digitalizadoras-digitadoras-prestidigitadoras que quieren desaparecer las firmas.

Va de suyo que hablo de aquí y de ahora.

@Francisco_Paz_Y

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