Se empeñan en decir los oficialistas: “este año no habrá referendo” en especial el alcalde y quien, una vez fuera presidente de la Asamblea Nacional. Parece que están en la onda de la metafísica: repiten hasta el cansancio sus deseos, pensando que así los harán realidad. No tienen consciencia de que ellos son dos, mientras nosotros somos más de 12 millones. !Es un salto cuántico! Los pobres, sí son pobres, no importa cuánto dinero hayan acumulado en sus exitosos cargos, siguen siendo pobres de solemnidad. Se han olvidado de que “ la mejor Constitución del mundo”, la de 1999, en su artículo 73, establece el Referendo Revocatorio y las pautas que deben seguir se para revocar al Presidente. Estamos convencidos: tienen que hacerlo. No les queda otro remedio. ¿Violar la Constitución frente a todo el planeta? No les arriendo las ganancias. Los han ido conociendo con todas sus historias, las que los seguidores ciegos no quieren ver. Cada día que pasa se nota más el desastre: corrupción, inseguridad, ineficiencia. Entre ellos, los que se niegan a “no pensar”, sospechan, tienen alguna consciencia de lo que ha pasado. Muchos de ellos tienen la fantasía de que “el modelo es salvable, lo que ocurre -dicen con ilusión- es que no se ha sabido aplicar”. Inocentes, digo yo, no sirve para nada el esquema marxista-leninista. De las tareas más difíciles de cumplir. Dejar el dogmatismo, reflexionar seriamente y leer los autores que asumieron esa tarea: desnudar las revoluciones marxistas sin tapujos ni dogmas. Leí un artículo de Teodoro Petkoff para el extraordinario libro Antología de textos periodísticos de Gabriel García Márquez. En ese trabajo dice Petkoff: “Lo mío era una religión y de ella me salí”. Pocas veces he sentido más cierta una afirmación como esta. En efecto, la mayoría de los creyentes en el “socialismo real” o del llamado del “siglo XXI”, así proceden. Creen estar en el ámbito de la ciencia y, al contrario, están dentro de los dogmas. La duda, la crítica, la experiencia y la práctica, único criterio de la verdad (dicho por los propios marxistas) y los resultados, es lo que salva del dogmatismo y las creencias en utopías cerradas. Trasladan sus problemas personales y crean un sistema inexistente que, según ellos, resolverá los problemas humanos mediante el “modelo” del fracasado socialismo real. Hay que revocarlo para salvar nuestro país.

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