Salas de emergencia y hospitalización con baños contaminados o clausurados, áreas abandonadas, desechos hospitalarios al aire libre, falta de aire acondicionado, filtraciones, olores putrefactos y carencia de insumos médicos, fueron algunas de las irregularidades encontradas en el hospital Dr. José María Vargas.

Comenzamos en el área más antigua del hospital, donde observamos largos pasillos que a los laterales tienen salas a “medio recuperar”, otras vacías o clausuradas.

En algunas áreas de pasillos y jardines del Vargas se perciben fuertes olores de desechos fisiológicos, pero no tan nauseabundos como los tóxicos que existen en el ala norte, alrededor de la morgue, donde paradójicamente el servicio de Cirugía Plástica es vecino y en su interior pareciera una clínica privada.

Camillas abandonadas, ascensores y montacargas clausurados son parte de la “decoración” del ala norte. En esa misma zona se ubica un espacio dedicado al doctor José Gregorio Hernández. Un altar con dibujos, restos de flores y estampillas adonde enfermos y familiares acuden para rogar por un milagro.

Pacientes  y familiares aquejados, trabajadores resignados o inconformes, residentes de diversas especialidades de Medicina y una fuerte custodia de milicianos contrastan dentro de un hospital en el que no hay ni una gasa para cubrir una herida.

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