El sábado, el domingo y el lunes pasados se produjo una especie de esprintada política. Desde la oposición e inclusive desde algún nivel del propio chavismo. Un sprint que ha acabado por poner a Maduro (en pocos días) ante un límite, y no precisamente matemático.
Al menos eso es lo que percibimos.
Y la política es la percepción de la política.
De repente el viernes, Henry Ramos en un tuit opina que dejar concluir los tres años que le quedan de mandato a Maduro sería “una irresponsabilidad”.
Se remacha la salida constitucional y el socorro de la enmienda por ante el referéndum, y por consenso. Total, con fuerte personalidad, como un ariete frente al portón.
Y el ariete es un arma de asedio.
Que insospechadamente refuerza Henry Falcón tras su salida de la primera sesión del flamante Consejo Nacional de Economía que había reunido Maduro, para decirle al presidente que no podemos ser prisioneros del extremismo. Que vamos a tener (en los próximos días) que entendernos así no queramos porque, si no se toman decisiones (¡Ahh, el rezago de Maduro!), eso pudiera llevarnos a caminos de inestabilidad social que pueden generar situaciones de violencia de calle. Y que ante eso tiene que imponerse la racionalidad y el sentido común. Etcétera…
Aunque lo importante es que quien habla, por su naturaleza y origen, está conectado civil y militarmente con estamentos del régimen, la cúpula castrense preocupada siempre por la posibilidad de un baño de sangre, y aparentemente alejada de la ortodoxia chavista.
El país, dice Falcón, podría encontrarse “en una situación de jaque”.
¿Mate?
Y Andrés Velázquez y “Chúo” Torrealba, Jorge Giordani y Lorenzo Mendoza, reclaman, alertan y abren camino, orientando lo que aparecía desorientado, junto a Arias Cárdenas (!) quien exhorta “al Ejecutivo” a corregir los errores para enfrentar la crisis que acogota al país.
Tres, cuatro, cinco uppercuts sobre la mandíbula de Maduro que lo sacan de sus casillas el 4 de febrero hasta hacerlo gritar que impedirá “por las buenas o por las malas” que lo saquen del poder.
Y, aún más tenso: “¡Amenazan que vienen pa’cá!”
¿Se rompe la noche?
El único debate que parece haber, trátese de tirios o troyanos, es sobre cómo proceder.
Por lo que inclusive se discute en algunos niveles, si estamos hablando de transición (de un régimen de gobierno a otro, de un sistema a otro) o de alternativa (otra opción dentro del sistema).
Dentro de un mismo sistema político cada gobierno tiene políticas públicas propias. Entonces, ¿lo que habría sería un desacuerdo de políticas públicas?
¿Y con un nuevo parlamento, mayoritariamente opositor, lo que habría que hacer es sólo ponerse que ponerse de acuerdo en eso?
Junto a otro tema: ¿Quieren que salga por referéndum o por enmienda? Fue electo por 6 años y a los 3 le pueden revocar el mandato. Y al contrario de antes, con la crisis de CAP, cuando no contábamos con este mecanismo de consulta a mitad de período –dicen quienes defienden el referéndum– ahora se cuenta con la herramienta.
Por lo que CAP ha sido el único presidente en ejercicio de la historia de Venezuela en ser destituido por una acción judicial. Aunque, como se reconoce, “Siempre sacarlo (a un Presidente) es un problema”.
Parece haber consenso en esperar al mes de abril o marzo, que es cuando se cumple la mitad del período, aceptándose el hecho de que realmente Maduro se colocó la banda presidencial en abril de 2013 para completar el período para el que fue elegido Hugo Chávez. Que empezó en enero de ese año. Y cuyos cuatro años se cumplen en enero de 2017.
Por lo que tendrían que adelantarse las elecciones para el último trimestre de este año (de ahí quizás la prisa de María Corina por lanzarse esta misma semana en Anzoátegui, donde aclaró que ella quiere ser la primera mujer presidente de la República).
Como dice el diputado Américo Grazia, uno de los proponentes del proyecto de enmienda que introdujo LCR en el Parlamento, se modifican cuatro artículos de la Constitución (cuenta con el aval de Henry) como el mecanismo más expedito (apenas requiere el voto de una mayoría simple), y luego se realiza un referendo consultivo de efecto inmediato.
Propuesta que políticamente no le conviene a Maduro pero sí al chavismo, entrampado (ideológicamente en el vórtice de la crisis) entre iniciar una transformación del modelo desde el poder y traicionar el “mandato de Chávez” (cuyos pocos restos sobrenadan las gigantescas olas de la tormenta en naufragio) o permanecer fiel a él y jugarse el cuello político (y el cuello de 30 millones de venezolanos estrangulados por la crisis) al azaroso milagro (más bien fantasía alucinatoria) de otra subida del barril.
Y Maduro no tendría que separarse del cargo y, si es su deseo y el PSUV lo decide, podría participar en las elecciones de diciembre.
Y el país y no Maduro lo activaría al aprobar en consulta la enmienda.
Se aceleran los tiempos
¿Qué pasó? Es como si, amigo lector, un sector del chavismo, militares y civiles, hubiese planteado en algún momento, este fin de semana o antes, la renuncia.
Y que entonces lo piden “ellos”, susurran desde la oposición.
Y que entonces hay que aceptarlo.
Un chavista amigo me alertaba ante el hecho de que el chavismo sin Chávez, aunque disimulado, está más fuerte que nunca. Que el Presidente es prisionero de su propia gente y los enemigos que están esperando ansiosos su renuncia y, más allá, que la MUD tiene apoyo en el alto Gobierno para impulsar la cuestión.
¿Cierto?
Y otros, pues el viento sopla que sí, que le informaron y que sí. Hay opinión de que debe renunciar, que José Vicente no está todavía ahí, está en la necesidad del diálogo con la oposición, pues se entiende que JV como siempre (desde el siglo pasado) cuando lo dejan fuera de juego, pide coloquio, conversación, charla, plática, y sabe que siempre será un puente, porque él habla con todo el mundo, independientemente de sus objetivos.
Y, ¿Aristóbulo?… ¡Quién sabe!
Muchos pueden coincidir en que debe salir, y creo que hasta a veces coinciden pero, como dice el otro: ¿Puedes imaginarte a Maduro ante el momento de la fatal petición? ¿Qué diría?
Es muy simplista (y temerario) pretender afirmarlo.
Marcos Pérez Jiménez se montó en un avión. Chávez se vistió de militar y se fue al Fuerte Tiuna. Allende se inmoló.
De manera que abril-mayo: una votación. Renuncia o enmienda. Y en esto, dentro del marco geopolítico hemisférico, con Estados Unidos y Cuba en el juego.
Cuando lo de la VII Cumbre de las Américas de Panamá en 2015, Maduro accedió a la petición cubana de enfriarse. Hoy existe la posibilidad de que un mecanismo constitucional, sea Referendo o Enmienda (¿concertada?) se produzca, y si Maduro lo elude ¿quién lo respalda?
Reflexiones de carnaval
Anótelo, amigo lector.
A medida que aumente la crisis (que corre loca) los de Maduro, los de Cabello y los del 4-F, más el chavismo de Arreaza and family, van a protagonizar encontronazos por el mando. Y al pasar las medidas económicas (si las pasa este carnaval) la devaluación, etc., será el inicio de las fricciones por su impopularidad.
¿Quién lo obliga?
Ha pasado año y medio tratando de demostrar que tiene fuerza, y el cambio de gabinete ha sido sintomático en la amplitud y reducción de poder de todos los que lo asedian.
Dejando por fuera a Diosdado (que lucía fresco, redondo y liso como una lechuga, como el que vendió al contado, exultante ante la turba el 4-F). También dejó a su señora (Maduro, digo) en el equipo, y mete a los llamados hipnotizados del español Alfredo Serrano Mancilla (que es el que mueve los hilos de los trágicos muñecos socio-económicos de esta crisis), y a quien Maduro llama “Jesucristo” porque para él representa y que la salvación, y deja Arreaza por allá en un ajedrez de autocontroles…
Inmóvil.
Fijo en el tiempo y en el espacio.
Y sin una oposición compacta ante el desmadre (como es el comentario).
Aunque, calma: paralelo a esto se empiezan a dar conversaciones por ahora sólo personales, en el Parlamento y fuera, importantísimas, en momentos de guerra fría. El poder parlamentario que comienza va a generar encuentros en el día a día que, como siempre, en situaciones similares a esta, terminan en acuerdos políticos.
Las transiciones se inician inadvertidamente.
Sólo falta para que esto termine de coger fuego que Maduro, en el colmo de sus circunstancias, suelte a Leopoldo.
¿Por qué no lo hace?