Aparentemente la MUD no tendría hoy problemas para ponerle fin al diálogo que se inició el 30 de octubre pasado para buscarle soluciones conjuntas a la crisis humanitaria que tiene a Venezuela al borde del colapso. Y que había llegado a un Acuerdo de seis puntos el 12 de noviembre, como un primer paso para adentrarse en salidas menos urgentes, pero inaplazables, para que, al menos en el primer semestre del próximo año, ya se tuviera una luz al final del túnel.

El problema es que, a casi un mes del Acuerdo, Maduro no cumplió uno solo de sus compromisos, y persiste en su política de agresiones, profundización de la crisis económica y violaciones de los derechos humanos.

Para pruebas, las continuas decisiones del TSJ usurpando las facultades constitucionales de la Asamblea Nacional para nombrar autoridades o legislar sobre asuntos que son de su exclusiva competencia.

También está la negativa de Maduro de liberar a los presos políticos por delitos de conciencia después que, era un compromiso que hacía parte esencial del Acuerdo y por ningún respecto debía aplazarse, adulterarse ni escamotearse.

En otras palabras que, la dictadura de Maduro, fiel a su naturaleza rapaz, forajida y absolutamente corrupta se ha burlado del pueblo venezolano, de la MUD y de la mediación papal que, a pedido del régimen y de la oposición, se instrumentó hace poco más de un mes.

Por tanto, debe ser denunciada, acusada y puesta en evidencia ante organismos multilaterales, gobiernos y cancillerías, la opinión pública nacional y extranjera y tribunales internacionales.

Es una decisión que debe salir esta misma tarde de la reunión gobierno -oposición y debe ser complementada con una estrategia para que el pueblo continúe en su lucha para derrotar la dictadura.

Una decisión entre la libertad y el miedo y sobre la cual ya he dado mi opinión.

FACTOR MM

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