Las cifras lo revelan, en los últimos años cientos de miles de venezolanos han dejado el país, buscando mejores oportunidades en el campo laboral, ingresos estables pero sobre todo, seguridad y calidad de vida para ellos y su grupo familiar.
El deterioro de nuestro entorno, impulsa el movimiento, las limitaciones presentes en la Venezuela de hoy dificultan el logro de las metas de vida y progreso, que años atrás estaban presente en el país que los vio nacer.
Enfrentamos un problema real, la fuga de talentos, puesto que entre nuestros migrantes, se encuentran profesionales egresados de los centros de formación, ya sean universidades o institutos, muchos de ellos con valiosa experiencia profesional, reconocidos y apreciados en sus puestos de trabajo en la industria, comercio y servicios, cuya formación y experiencia les permite abrirse paso en el mercado global donde encuentran oportunidades superiores a las presentes en la oferta local. Tendencia que puede agravarse ante la caída de nuestro aparato productivo lo que incide en la apertura de puestos de trabajo estable y bien remunerado para las nuevas generaciones.
Llama la atención la situación de nuestras universidades y centros de investigación, donde las condiciones de trabajo, marcado por las limitaciones presupuestarias, afectan las escalas salariales, incrementado la salida de profesores, los cuales se han movilizado en busca de oportunidades para ejercer sus funciones, en el presente afectadas por la inseguridad, el deterioro de la infraestructura, laboratorios sin insumos y equipos, con serias dificultades para mantener operativas las redes de comunicación, y los contactos internacionales, entre otros, lo que afecta el cumplimiento de metas y programas de trabajo.
Por lo tanto la pérdida de recursos valiosos incide tanto en la transmisión de conocimientos y experiencias a las generaciones de relevo como a las investigaciones en curso, tan necesarias para la creación de conocimiento e innovación a fin de fortalecer el proceso productivo vital para nuestra supervivencia como país.
Hecho que incidirá en la obligatoria recuperación de la maltrecha estructura productiva, hoy golpeada por el modelo adoptado, lo que lleva urgentemente a modificarlo. Debemos recuperar la productividad y eficiencia, afectada tanto por la calidad de los factores productivos como por la gestión ineficiente.
De allí la urgencia de reconocer el grave problema que confrontamos al perder recursos humanos capacitados y con experiencia y que debemos enfrentar, protegiendo a las nuevas generaciones, ofreciéndoles además de formación las condiciones necesarias para que puedan ingresar al mercado de trabajo en condiciones que les permitan progresar y vivir en un país decente y lleno de oportunidades.
Maritza Izaguirre
EL NACIONAL