Sí, la vida es tan dura como el encabezado de este texto. Pero, la vía más corta hacia la aceptación es hacerle frente. Esto pensé después de recibir un mensaje inesperado de una chica a la que juraba no volvería a ver, después de salir con ella una noche.

Bajo mi definición, tuvimos la cita perfecta: bebimos, nos reímos (mucho), nos abrazamos, bailamos hasta la madrugada y nos dijimos lo bien que la pasamos al dejarla en su casa. Sin embargo, al día siguiente le escribí y la magia se había evaporado. Respondió con monosílabas a cualquiera de mis comentarios, no hizo referencia a la noche ni tampoco a posibles planes futuros. Es evidente cuando el interés no es recíproco, así que no la volví a buscar.

ser el plan b de alguien

Fue apenas hace unas semanas que la susodicha regresó. Empezó haciéndose presente en mis redes sociales, dando likes y comentando a mis entradas. Luego me envió mensajes aleatorios, hasta que un día, uno de ellos preguntaba “¿Cuándo nos vemos?”. Debo confesar que me dio gusto y accedí.

Volvimos a salir. Tuvimos una cita mejor que la anterior, llena de momentos divertidos, mismos que interpreté como una conexión entre ambos, pero en la mañana la historia se repitió y no volví a saber de ella. Lo primero que deduje fue que para ella no había sido una cita o que me quería como su amigo. También consideré que simplemente desapareció como un fantasma. Hasta que me topé accidentalmente con una nota de hace un año que me ofreció una explicación a mi caso: me habían banqueado.

ser el plan b de alguien

El cortejo en tiempos de internet puede ser tan complicado como la terminología que existe para cada situación que se presenta en el proceso en que dos —o más— personas se entrelazan sentimentalmente. El término benching (o mandar a la banca) cobró relevancia al hacerse viral un artículo en New York Magazine en el que se describen varias escenarios, todos con un mismo desenlace. Se trata de aquellas personas que no rompen comunicación —a diferencia del ghosting— con los individuos con los que salen, pero dejan de salir con ellos. En pocas palabras, es lo que ocurre en los deportes con los jugadores suplentes que se sientan en las bancas, no participan en los partidos, pero siguen siendo parte del equipo.

Aunque la expresión fue tendencia, no es nada nueva a nivel conceptual. En mis tiempos mozos le decíamos tener una vela encendida o la famosa libretita negra —el color era irrelevante, pero describía la agenda donde se guardaban los contactos para salir un viernes en la noche. A mí me gusta verlo como ser el “plan b” de alguien, o sea, no ser su prioridad.

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Todos los artículos que leí sobre el benching son fatalistas al respecto. Hablan sobre “la tendencia que puede arruinar tu vida amorosa” o “es más molesta que el ghosting”. La verdad es que todos lo hacemos y nos lo han hecho y, la verdad, no lo encuentro tan nocivo.

Creo que todo radica en las expectativas que uno tiene sobre las personas con las que sale. La gente suele llenar a sus acompañantes de ideas y esperanzas, de posibilidades y sueños. Los estudian, examinan y evalúan para determinar en qué cajón los guardarán, en lugar de conocerlos y disfrutarlos.

Ser el plan b de alguien no está mal si para nosotros esa persona cumple con la misma finalidad. Siempre es mejor echar unos tragos con alguien que es garantía de una buena conversación y un rato agradable, que lamentarse que no ha obtenido nuevos “matches” en Tinder. En ocasiones, la vida se aprecia mejor desde la banca.
GQ

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