Dentro del aeropuerto que sirve a Caracas, Maiquetía, parece que fuera de noche. Cuando es de día.
El silencio da una rara sensación de calma. La gente camina sin afán. Pasar por seguridad, quitada de zapatos incluida, no toma más de cinco minutos. Muchas de las tiendas del Duty Free están cerradas. Y las que están abiertas, vacías.
El aeropuerto Internacional Simón Bolívar, el más grande de Venezuela, parece ser uno de los afectados por la crisis económica que sufre el país sudamericano.
La mayoría de las aerolíneas internacionales han reducido su presencia en el país, bajando la frecuencia de sus vuelos.
El gobierno venezolano, que es el único administrador de divisas extranjeras en el país, debe a las aerolíneas entre US$2.000 y US$4.000 millones por cuenta de ese control de cambio.
Una deuda cuyo pago está en proceso de ser negociado entre el gobierno y las aerolíneas, algunas de las cuales han advertido que no reanudarán vuelos hasta que puedan repatriar sus dividendos bloqueados en Venezuela.
Vender un boleto en bolívares, la moneda local que mes a mes vale menos por la inflación del 60% anual, se ha vuelto un dolor de cabeza para las aerolíneas internacionales, que han decidido, al menos mientras se resuelve el desbarajuste económico venezolano, limitar sus negocios en el país.
Mientras tanto, el aeropuerto ya es objeto de un dicho popular: “Eso está más sólo que Maiquetía”.
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