Félix Seijas, director de la encuestadora Delphos, aseguró que dos factores atentan contra el ánimo de salir la gente a la calle a protestar: el temor de resultar muerto y luego el que la movilización lo que hace es empeorar las cosas, pero que un 80% aproximadamente de la población estaría dispuesto a hacerlo.La afirmación la hizo en un foro, que organizaron Provea y otras organizaciones sociales este martes 30 de agosto. Enmarcó su conferencia en los sondeos, que ha realizado desde el 2012, hasta el presente; cuando entonces Chávez estaba vivo todavía, aun cuando ya se le había manifestado la enfermedad, y conservaba casi un 60% de popularidad, sobre todo, el chavismo; de modo que a raíz de su muerte esa situación cambia, comienza el chavismo a disminuir.

Hizo ver mediante otra lámina que, al mismo tiempo que comienzan a crecer los sectores, que se identifican con la oposición, también comienzan a crecer que no se identifican con ninguno de los dos, hasta el día de hoy, cuando la oposición cuenta con casi un 50% de personas, que se identifican con su tesis política, y, entre tanto, los indecisos han crecido hasta un 23%. Resaltó que el chavismo ha perdido bastante identificación.

“A partir de febrero de este año nosotros comenzamos a medir la intención de voto, cuando ya se empieza a hablar en serio del revocatorio, y así se determinaba que un 50% de personas estaban dispuestas a revocar a Maduro. Este es el porcentaje que sacó la oposición en la elección entre Capriles y Maduro. Es decir, estos eran los que desde hacía tiempo estaban dispuestos a votar por la oposición, y en contra del oficialismo”.

Según Seijas, la diferencia aquí estriba en el hecho de que los que no estaban dispuestos a revocar a Maduro se ubicaban en 24%; que la indecisión estaba en un 12% y los que no participarían en un 15%; que dos meses después se observa que comienza a crecer la intención de voto por revocar a Maduro, que se sitúa en un 60%, de modo que al día de hoy dicha intención se ubica en un 62%; disminuyendo, al mismo tiempo, la no revocación y la no intencionalidad, hasta quedar lo que conoció como la “roca dura”, ya que se va a quedar estancada la tendencia hasta ahí.

En otra lámina se tradujo en cifras lo que significaban esos porcentajes, y así se observó que ese 62% correspondería a unas 12 millones de personas, frente a unas cuatro millones de personas que no revocarían a Maduro; por lo que Seijas se permitió decir que aquí estábamos hablando de una verdadera paliza, y, en ese sentido, trajo a colación el hecho de que un periodista, en un programa radial, le había preguntado que por qué el oficialismo no leía esas cifras, a propósito de su conducta de estos días.

“No –le respondí-, al contrario, las está leyendo, y por eso está actuando, como lo hace. Hay que ver que lo que es someterse en este momento ante la comunidad internacional, en el cual vas a quedar de muchísimo a poquito”.

Abordó el tema de la separación, que ha venido haciendo desde hace un cierto tiempo, entre chavistas no maduristas y chavistas maduristas, y que en ese mundo en particular el 60% considera que hay que sacar a Maduro, frente a un 40%.

Al referirse a las razones, por las cuales se ha llegado a esta situación, a través de una lámina hizo ver que hasta que Chávez vivió siempre se tuvo la idea, de que las cosas marchaban bien, pero que desde el 2013 esta percepción cambia, al punto de que un 90% de los venezolanos considera que la situación está mal, y que, no obstante, el 10% restante lo niega de la boca para afuera.

Recordó que cuando Rafael Caldera abandona la presidencia, deja niveles de popularidad bajísimos, sólo que todavía se sentía que había gobernabilidad; de modo que la situación se sentía que estaba mal, pero que no existía esa intencionalidad tan profunda, que se registra hoy en día, cuando la percepción que se tiene, incluso, entre los maduristas confesos es que la situación va de regular a mal.

En cuanto a la evaluación de la gestión del presidente Maduro, mostró en una lámina que un 80% la descalificaba, y que entre los problemas, que más aquejan a la gente, en primer lugar se ubica el desabastecimiento; aparte de que esta percepción se acompaña, asimismo, con una crisis de valores, en el sentido de que la gente piensa que la sociedad se ha deteriorado mucho, y que se ha puesto de manifiesto, en estas condiciones tan precarias, como las que vivimos, el espíritu de la mala fe, con motivo de lo que Seijas dice que se escucha en los grupos focales, que su empresa lleva a cabo, y donde se escucha que se arrastra un cierto complejo de culpa.

Destacó que hay un fenómeno nuevo en la conciencia de la gente, y es que se comienza a relacionar la mala gestión del gobierno con corrupción; que hasta entonces dicho fenómeno no se había manifestado, por aquello de que la gente consideraba que las cosas estaban bien, es decir, que la corrupción no perjudicaba su vida; pero que al comenzar a acentuarse la crisis, entonces sí pasó a hacerse presente, sobre todo, porque el medio venezolano ve en aquel, que se apodera de los recursos públicos, como el le quita la parte que a él le corresponde, y que por eso está mal.

“La conexión entre corrupción y crisis económica viene aumentando, ha venido golpeando su imagen”, expresó Seijas, mientras en una lámina mostraba la evolución de la percepción, que se tiene sobre los problemas de la gente; donde la inseguridad, que era un tema puntual en otra época, ha sido desplazado por el de la escasez y el del alto costo de la vida, aun cuando expresó que en los grupos focales también ya se maneja la idea de que el venezolano ahora tiene la impresión de que si sale a la calle, no sabe si va a regresar.

Según Seijas, la otra percepción que atenta contra Maduro, es que la gente tiene la idea de que Chávez sí sabía controlar las cosas, mientras que Maduro no; que un 72% piensa que las cosas están equivocadas; que más del 80% piensa que hay que dar cambio en la conducción del país, y que de ese 80% un 60% se muestra favorable a un cambio de gobierno.

Trajo a colación, como un inciso, la creencia que se tenía de que Chávez era venerado como un Dios, lo cual negó que exista en el medio venezolano; que es posible que alguno que otro lo tenga en un altar, y le prenda velas, pero que dicha creencia no está generalizada; que para el chavismo duro Chávez no pasaba de ser un líder muy carismático, pero que lo veían a como a un ser humano, y no un Dios, y apelaban a la prueba de que no había hecho el milagro de salvar su propia vida.

Indicó que algo que se manifiesta mucho en los grupos focales es que hay un gran desamparo entre la gente; que con Chávez sentía que estaba más protegida; que, incluso, programas como el que está llevando a cabo el gobierno, para recuperar la confianza, a través de la entrega de bolsas de comida, no llega en cuanto a su valoración al 30%, y que aquí están comprendidos, tanto los maduristas, como los no maduristas.

“La gente lo ve como un pañito caliente; porque siente que no soluciona nada: a veces llega, a veces no llega; muchas veces llega incompleta la bolsa”.

Colocó una lámina donde se somete a la consideración de la gente el modelo de gobierno socialista, y, en ese sentido, se observa que hay una separación entre lo que es Chávez y el modelo socialista, en el entendido de las buenas intenciones de Chávez, y que se diferenciarían del modelo socialista, sobre todo, porque está bastante sembrado en nuestra sociedad de que la producción se acabó.

“Es decir, la clase E y D consideran a la empresa privada como un mal necesario; ya que cuando los quitan, piensa la gente que entonces no tiene comida. Estamos hablando de una de una gente muy humilde, y que, no obstante, sabe que hay que darle los dólares a los empresarios, para que puedan producir. Ahí está la conexión entre un tema y el otro”.

Luego de observar otros números, relativos a la valoración del gobierno, llegó a la conclusión de que el chavista estaba metido en serios problemas, sobre todo, para tratar de revertir esos números; diferente al momento de 2002, cuando el gobierno tenía dinero, y además, Chávez aún mantenía altos niveles de popularidad, cuando hoy en día ni hay dinero ni hay un líder carismático.

Mención aparte le mereció Diosdado Cabello, quien por paradoja de lo que se propone hacer, como es rescatar la popularidad del chavismo, resulta ser el líder más rechazado dentro del chavismo y dentro del no chavismo.

Que la apreciación que se tiene de la revolución es que “ya está bueno ya”, y que en los grupos focales ya se comienzan a escuchar de labios de chavistas duros, la idea de que “a estos bichos de la derecha sería bueno dejarlos gobernar, para que demuestren que son buenos”, y que en el fondo revelaba ese deseo de “ya está bueno ya”.

Mostró cifras con respecto a lo que su empresa ha medido, en lo que se refiere al ánimo de la gente, para salir a la calle a protestar, en los cuales se dan niveles de 80%; que, en efecto, allí hay gente que teme, y que siempre queda la duda, relativa a los resultados de las movilizaciones; tomando en cuenta que la mayor parte de las veces quedamos peor.

“No se logra nada con la manifestación; pero que, encima, la cosa queda peor, son factores que inhiben. Además, está la confianza en el voto, que es muy importante en este país. El venezolano se acostumbró a votar, gracias a los líderes fundadores de nuestra democracia. Además, el gran momento del voto fue cuando ganó Rafael Caldera en el año 1968, pues nadie creía que los adecos le fueran a entregar el poder a los copeyanos. Pero cuando, la gente vio que Raúl Leoni le ponía la banda presidencial a Caldera, entonces se dio cuenta de que el voto sí valía para algo, y que eso era la democracia”.

Por esta vía hizo ver que el voto venía ser una especie de comodín para el venezolano, por encima de la manifestación, que no le acarrea ninguna ventaja, y de aquí pasó a consideraciones sobre el reto que tiene la MUD para este 1S.

En cuanto a las consideraciones que se tiene de la MUD, a propósito de lo que se escucha en los grupos focales, que su empresa realiza en todo el país, se escucha que uno de los problemas de la MUD es que, aun cuando trata de ser una unidad, no es sino un gran desorden por dentro; que, en efecto, entre los seres humanos hasta en los hermanos siempre se dan diferencias; sólo que la gente, al ver ese desorden, opina que allí hay odio, y que al haber odio es que hay intereses contrapuestos.

“Intereses por el poder, egoísmo, ellos hacen esa conexión de inmediato. De modo que ellos al ver a dos políticos peleando, concluyen que se están peleando por el poder, y se están olvidando de mí. Eso es lo que ellos automáticamente sienten”. En contraste, Seijas mostró lo que pasaba en el chavismo; donde todo era compacto, teniendo presente que no se admiten las diferencias.

Mostró una lámina relativa a la opinión que se tiene de las instituciones, y en la cual se observaban cuatro segmentos, estando en el más alto las universidades, los estudiantes, la Iglesia, la empresa privada y los medios de comunicación, y destacó el hecho de que estuviera allí la empresa privada; ya que le pareció que eso era impensable hace unos cinco años atrás.

En otro segmento que definió como medio alto se hallaba la Asamblea Nacional; partidos de oposición; fuerza armada nacional, y aquí llamó la atención del hecho de que en otra época hubiera aparecido en el primer segmento, y, por último la MUD. Seguidamente, apuntó las instituciones que estaban en el segmento medio bajo: Consejo Nacional Electoral, medios de comunicación públicos, Tribunal Supremo de Justicia.

En el último renglón estaban los diputados del gobierno, el presidente de la República y el PSUV, y a los que consideró que, no solamente estaban bajos, sino que los niveles de evaluación eran muy diferentes entre este segmento con respecto a los otros; que en los actuales momentos no se visualiza un líder dentro del oficialismo; que incluso hay una cierta mayoría de personas que ven con buenos ojos una alternativa distinta a la MUD y al PSUV, y el por el nivel de desconfianza, que existe alrededor de la MUD.

En ese sentido, diferenció lo que era el mercado electoral de la oferta electoral; siendo esta última la MUD, que finalmente es la última alternativa, que queda, pero que en lo que se refiere al mercado electoral dijo que aquí no había polarización; ya que, a su modo de ver, la gente quiere ver una variedad de ofertas.

En otra lámina mostró lo que ha sido el comportamiento electoral del venezolano; cuando empieza a darse una polarización entre AD y Copei; luego, como va la gente perdiendo la confianza en los partidos políticos, destacando el hecho de que la gente en el año 1988 no votó por AD, sino por Carlos Andrés Pérez, y quien arrastraba el prestigio de lo que había sido su gestión anterior; un líder que, por lo demás, tenía en contra a su propio partido, y que la prueba está en que en la primera oportunidad, lo echa del poder.

Que incluso Caldera también gana las elecciones sin el apoyo del partido, que él había fundado; de modo que aquí se termina de romper la antigua polarización, para comenzar a darse otra polarización; consecuencia de la pérdida de confianza entre la gente en las instituciones, que entonces comienza tener fe en algo que no sean los partidos políticos, a los que culpaba de ese deterioro institucional; lo que da lugar al sentimiento de la antipolítica, que en un primer momento lo representó Irene Sáez; sólo que al aceptar el apoyo de Copei pierde esa aureola de la antipolítica, que entonces la va a monopolizar Chávez.

“Aquí entre el 2006 y el 2012 ya tú vas a comenzar a ver una polarización visceral. O es Dios o es el diablo. Que no era un contraste de modelo, sino un contraste por la manera de hacer las cosas”.

A juicio de Seijas esta polarización, a la muerte de Chávez, comienza a padecer de un cierto debilitamiento, hasta el día de hoy, cuando se caracteriza por ser una polarización meramente electoral circunstancial, ya que el comportamiento electoral de la gente ha variado demasiado, sobre todo, porque se siente como una gran desmovilización del voto chavista, que es lo que explica que 2 millones no fueron a votar el pasado 6D.

“Estamos hablando de que el triunfo de la oposición no se basó en que sumó nuevos votantes, sino que se basó en desmovilización de ese 40%, que tenía el chavismo”.

Concluyó señalando que hoy en día la oposición, en su conjunto, ronda el 65% frente a un 35%, que habría que convencer.

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