El hambre y la malnutrición se han incrementado de manera alarmante los últimos años como consecuencia de la caída del poder adquisitivo del salario del venezolano impactado negativamente por la inflación y la escasez. “Esto preocupa al movimiento sindical autónomo del país”, aseguró José Antonio García, directivo de la Unión Nacional de Trabajadores.
El dirigente explicó que la forma de medición del hambre en la población de cada país se realiza con varios indicadores, entre ellos las estadísticas agrícolas. Dichos indicadores son utilizados por los organismos internacionales como la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) con el fin de establecer el porcentaje de personas que tienen posibilidades de acceso a los alimentos.
“Para el movimiento sindical hay otros referentes de medición del hambre y la mala nutrición de un pueblo: son las importaciones y el poder adquisitivo del salario del trabajador”, dijo García.
Partiendo de esta base, el también representante de la Unión Regional de Trabajadores del estado Sucre detalló que, según datos del Ministerio para la Agricultura y Tierra y de las organizaciones gremiales, la producción nacional de maíz y arroz cayó a la mitad respecto a hace 6 años atrás, mientras que la de carne disminuyó de 550.000 toneladas métricas al año a menos de 300.000 toneladas en ese mismo período.
“La escasez de alimentos en Venezuela también se disparó por la caída abrupta de las importaciones”, sostuvo el sindicalista. Recordó que en el informe de la Gerencia de Estadística y Análisis Estratégico de (CENCOEX), ente encargado de administrar las divisas, se señala que los alimentos recibieron 65% menos dólares en 2016 si se compara con el año anterior.
“En enero del presente año solamente se otorgaron a la importación de alimentos 7 millones de de los 700 millones de dólares que se necesitan en promedio para satisfacer las necesidades del sector alimentario”, advirtió.
Al abordar el tema del poder adquisitivo de la población, el dirigente de la Unete explicó que el incremento del salario mínimo (30% desde el primero de mayo pasado para ubicarse en 15.051 bolívares mensuales) representa apenas la mitad del porcentaje de la inflación de los alimentos. “Esto influye negativamente en la adquisición de la cesta de los comestibles de primera necesidad que requieren el trabajador y su familia”, indicó.
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