Historias que bajan a la realidad las fantasías de muchas: estar entre dos. En el sexo del siglo XXI rompe los moldes de las relaciones tradicionales y se aventura a nuevas experiencias. Prejuicios: ¡fush!
La receta clásica del ménage à trois lleva tres condimentos: un hombre muy masculino en medio de dos tigresas del sexo que, a la vez que le ofrecen sus mejores dones -haciéndolo sentir un rey-, disfrutan sexualmente entre sí montando un show para alquilar balcones. Esta escena de película porno mainstream se queda corta frente a las experiencias reales, que no respetan guiones prearmados y permiten un fluir irreverente de deseos. Nosotras también queremos ser las queens del medio, el jamón del sandwich, el sol alrededor del cual giran los planetas. “¡Una mujer y dos hombres! ¿A quién se le ocurre?” Y te digo que a muchas. Abriendo la puerta para salir a jugar sin prejuicios, aparecen cada vez más historias en la noche porteña: “Con mi novio íbamos a cumplir tres años y yo le pedí un regalo que lo dejó bastante sorprendido. Quería a otro más en la cama, y que él estuviera viendo la escena. Al principio no le gustó la idea. Pero al final se excitó mucho. Finalmente pautamos una noche, todo empezó muy tranqui, con caricias y masajes, yo me sentí muy cuidada”, cuenta Anabella (27).
Lejos del gang bang –varios hombres con una mujer- descontrolado y sospechosamente agresivo, lo que se busca es una conexión en la cual el goce sea equilibrado. “Cuando el trío está formado por una pareja y un invitado, lo que puede resultar estimulante para ambos en una mezcla de celos, culpa y halago, todo al mismo tiempo. El despliegue de sensualidad hacia el ‘nuevo’ genera, en muchos casos, otros modos de excitarse. Es ver a la novia en un plano diferente al habitual”, explica Patricia Safadi, sexóloga. “No me alcanza con uno, ¿y qué?” Ante esta confesión indiscreta –y que despierta la catarata de “halagos” que empiezan con P de perra- el amante (o novio) no sabe si salir corriendo al sex shop (buscando refuerzos de plástico en forma de dildos) o subirse a Tinder (y buscar él mismo un tercero inofensivo) para evitar la catástrofe: si ella quiere con dos, mejor que yo esté presente.
“Con mi novio recorríamos boliches y fiestas más liberales y lo que terminaba pasando es que yo quería estar con más de un chico a la vez. Él lo respetaba e incluso se divertía, porque todo funcionaba dentro de los códigos de ese ámbito. Cuando empezás a romper esquemas, ya no tenés tantos tabúes entre uno o dos… lo importante es que haya cuidado mutuo”, cuenta Silvina (45). En situaciones espontáneas e inesperadas –que las hay y muchas- en las que amanecemos con resaca preguntándonos “¿Qué hice anoche?” la heterosexualidad es un pilar que –en algunos casos- tambalea fácil. “Yo siempre me preguntaba –siendo bisexual- porqué en los tríos de dos mujeres y un hombre se da por sentado que entre ellas están juntas pero en un trío con dos varones no (por una cuestión de orgullo machista). Una vez estaba en una fiesta y me pintó irme con dos chicos a mi casa. Entre ellos aparentemente no iba a pasar nada, hasta que uno se acercó al otro… y ahí… ¡mucha tensión!” (risas), cuenta Euge (35). La fantasía homo al alcance de una mano, a la vuelta de una copa de más. Relax, chicos, siempre se puede jugar el papel de la histérica que se mete en una orgía pero sale corriendo en pantuflas por una avenida por miedo a que le rompan el corazón. “Si ellas lo piden, los hombres tendrán que vencer la sensibilidad machista y atreverse a verlas con otros hombres, y también a lidiar con los temores que se motorizan al estar con dos varones en la cama. ¿Y si me besan? ¿Y si me tocan?”, aclara el sexólogo y psiquiatra Walter Ghedin.
El estigma post iniciación sexual entre dos hombre es, por momentos, más pesado que entre dos mujeres. Claro que siempre están aquellas que quieren ser el centro total y entonces, con dos muchachos heterosexuales que hagan bien y no quieran nada la noche siguiente –ni siquiera el desayuno- tienen el paraíso hecho. Sea con los bi latentes, con los de cuerpo perfecto, con los inesperados de fiesta, o con el invitado de aniversario, de la fantasía al hecho ya hay muy poco trecho y cada vez más galope.
3 en el cine
Saliendo del porno, el cine de las últimas décadas iluminó zonas de placer y nuevos formatos vinculares que antes eran tabú.
* “Nymphomaniac” (2013), la película del polémico Lars von Trier, entre los monstruosos y provocadores encuentros que hace visibles y la voracidad sexual escandalosa de sus protagonistas, muestra un trío entre Joe (Charlotte Gaingsbourg) y dos hermanos negros.
* En “Castillos de arena” (2012), película española, basada en una novela de Almudena Grandes y dirigida por García Ruiz. Dos amigos inseparables se enamoran de la misma chica y la persiguen hasta que logran estar con ella. La trama sexo emocional incluye una declaración pública de lo que implica tener una relación de tres y escenas de alto voltaje.
* En “El sexo de los ángeles” (2012) es una comedia española en la que Carla (Astrid Bergès-Frisbey), Bruno (Llorenç González) y Rai (Álvaro Cervantes) rompen el formato de pareja cerrada al ritmo del funky. Escenas de alta carga sexual y rollo emotivo propio de los desbalances de los enamoramientos y dramas del número tres.