Siete autobuses, un ferry, una lancha, tres países, 11 ciudades. Una maleta y un bolso. No son vacaciones. Es un viaje de nueve días, desde Venezuela hasta Chile, que suena a odisea, pero que en realidad es el retrato de la desesperación: una ruta que a pesar de ser riesgosa, se ha convertido en la alternativa económica de muchos venezolanos que deciden emigrar, replantearse la vida y huir de la profunda crisis económica y social en la que se hunde el país.
Marianyelis Pantoja sabía que era un riesgo. Quería irse de Venezuela y no tenía otra opción. No pudo reunir más de 1,000 dólares, a precio de mercado negro (A 1,000 Bs por cada dólar, da un total de un millón de bolívares), por la restricción en el acceso a divisas a causa del control cambiario que rige en el país.
Sacó cuentas. Un boleto en avión costaba cerca de 800 dólares, mientras que el salario mínimo equivale a 20 dólares al mes. Buscó y buscó y no consiguió nada en bolívares, pues la mayoría de las aerolíneas internacionales que operan en Venezuela dejaron de vender pasajes en moneda nacional como una medida de presión por la millonaria deuda que el gobierno de Nicolás Maduro mantiene con el sector y que asciende a 3,700 millones de dólares, según datos de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA, por sus siglas en inglés).
Viajar por tierra, atravesar tres fronteras y cruzar dos ríos era mucho más barato, aunque maratónico. Pero Marianyelis ya estaba decidida. En ‘Buenos Datos Venezolanos’, un grupo privado de Facebook, con 27,299 personas, en el que se comparte información de empleos, alquileres de apartamentos y referencias generales sobre la vida en Chile, leyó que no gastaría más de 260 dólares.
Su esposo se fue primero, dio fe del dato y le dijo que no era tan difícil. Antes de que viajara a encontrarse con él, también recurrió al grupo para pedir ayuda: “Mi esposo no consigue trabajo. No tiene papeles, solo su pasaporte. Ayúdenme por favor. ¿Qué debe hacer?”, escribió el 22 de junio.
El 1 de septiembre, mamá e hijo de seis años iniciaron la travesía. Salieron desde Guarenas (estado Miranda), donde vivían, hasta Puerto La Cruz, en el oriente del país. De ahí rodaron hasta Manaus (Brasil) en un primer recorrido de casi 28 horas. El dinero que llevaban tenían que alcanzar para el viaje y para el comienzo en su nuevo destino, donde su esposo ya los esperaba.
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