Un crimen perturbador sorprendió la madrugada del domingo a la comunidad del urbanismo Tierra Bolivariana, situado en Las Palmitas, en Valencia, estado Carabobo. La cabeza de una mujer estaba guindada de un tendido eléctrico y su cuerpo con una abertura, del pecho al vientre, se encontraba boca abajo, amarrado de un poste.

La víctima, quien fue identificada como Carolina del Valle Rodríguez (38), fue sacada de su vivienda por un grupo de delincuentes, quienes le propinaron tiros y la hirieron con arma blanca, para luego decapitarla y exponer al público lo que le habían hecho a aquella mujer.

Ese hecho fue llevado a cabo con la intención de dejar un mensaje contra quienes revelaran información de una banda de la zona conocida como “La Organización”.

Este no sería el primer caso en el que una banda criminal decapita a una víctima. Recientemente en el estado Miranda se han reportado dos casos de decapitaciones, una actuación que se ha vuelto actualmente costumbre en los delincuentes. El padre de Johan Jesús Ibarra Blanco, de 15 años, tenía 72 horas buscando a su hijo, quien fue hallado con disparos, decapitado y desmembrado en la parte alta del sector Montero en Santa Lucía del Tuy, estado Miranda.

El cadáver del adolescente estaba descompuesto y la última vez que lo vieron fue cuando salió de su residencia en el sector La Aguada de Santa Lucía del Tuy.

Para el comisario Luis Godoy, exjefe de homicidios de la extinta Policía Técnica Judicial (PTJ) y actual director de la Policía Municipal de Chacao (PoliChacao), estos casos han venido incrementando en los últimos años y corresponde a un aspecto y es que “la sociedad está tan degradada, que no hay ningún tipo de valor, ni de sentimiento como ser humano hacia otro, estamos en una sociedad con un cáncer a nivel de conducta, a nivel de estudios y preparación, además de que no está instaurado el valor de la familia”, dijo.

En la mente del criminal
Jorge Luis Infante Paredes, de 59 años, se encontraba en su hogar el pasado viernes 13 de abril en el sector Santa Cruz de Las Adjuntas, en Caracas, cuando fue decapitado y mutilado desde la rodilla.

Su sobrina, de la cual se prefirió no revelar su nombre, desde ese viernes desconocía sobre el paradero de Paredes. El miércoles 18 de abril acudió al Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc) para informar que de la propiedad de Jorge Luis se propagaba un olor putrefacto, por lo que ingresaron a la vivienda y lo encontraron sin vida. La víctima estaba decapitada y mutilado. La cabeza de Jorge Luis no fue encontrada en la vivienda.

Godoy considera que los valores morales no están presentes en estos criminales que cometen este tipo de crimen. Ellos “se convierten en unos monstruos, delincuentes que no tienen el mayor remordimiento y consciencia a nivel moral, no solo se bastan con causarle la muerte a alguien sino con decapitarlos y exponerlos ante los demás, se ríen y se venden como un héroe en el mundo criminal, este tipo de criminales son un cáncer moral y ya ni siquiera es un tema policial, es un tema de enfermedad social“, dijo el experto.

La psicopatía del decapitador
Luis Madrid Peroza, psiquiatra y profesor de Psicopatología de la UCV, manifiesta que el asesino que aplica la decapitación tiene una estructura psicopática severa. “Es aquella persona que tiene problemas de crueldad y de falta de humanidad, no siente culpa, no tiene remordimiento, no tiene escrúpulos, de falta de empatía, dificultad para sentir remordimiento“, declaró.

También estos criminales “puede tener un estado mental de trastorno de personalidad de tipo psicopático, producto de cuadro psicótico, o paciente con esquizofrenia o delirio y también pueden estar bajo los efectos de las drogas que lo lleve a cometer este hecho tan macabro“, indicó Peroza.

El simbolismo
Ambos expertos estiman que la decapitación lleva a un acto simbólico del delincuente, como una forma de demostrar lo que él puede lograr y el poder que ejerce sobre una persona o un grupo. “La decapitación es una forma de violencia social, es un acto simbólico que usa el delincuente para generar pánico y terror. Está considerado como una de las formas más espantosa y terribles de mutilar“, señaló el psiquiatra.

“Con esta acción busca dosificar a la víctima en una cosa que no tiene cabeza, le quita su alma, su mente, su parte social, deja al cuerpo sin persona“, manifestó Peroza.

EL COOPERANTE

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