Sam Ballard, con 19 años, no se imaginó que al comerse una babosa, quedaría tetrapléjico. Lo retaron sus amigos, cuando estaban reunidos en un jardín de Sídney, en Australia.
Luego de este “inocente” acto, la vida del adolescente dio un rotundo vuelco. El australiano enfermó y fue llevado por su familia al Hospital Royal North Shore, donde se le diagnosticó una infección pulmonar, reseñó el portal Publimetro.
Lo que Sam tenía se lo había transmitido una babosa infectada por comer heces de ratas con el parásito, conocido científicamente como Angiostrongylus Cantonensis.
La infección derivó en una meningoencefalitis eosinofílica, enfermedad que la mayoría de las veces tiene cura. Pero este no fue el caso de Sam, quien estuvo en coma durante 420 días. Tras despertar, le avisaron que había quedado tetrapléjico.
“Está devastado, cambió su vida para siempre, cambió mi vida para siempre. Es enorme. El impacto es enorme”, declaró su madre a fines de 2013.
Ahora, con 28 años, Sam debe ser alimentado por un tubo, sufre ataques y no puede controlar su temperatura corporal.