Hay una nueva forma de viajar que algunos confunden con voluntariado, pero se trata de un turismo solidario, en el que además de hacer turismo visitan pueblos y aldeas remotas, ayudan a los pobladores, se alojan en casas particulares, y conviven con familias de la zona, cuenta el portal de La Vanguardia.
Aunque la denominación suele confundir a más de uno, turismo solidario no es voluntariado, sino que es una forma de viajar combinando dos conceptos: turismo y solidaridad, un formato que día a día gana adeptos, ya que permite visitar lugares turísticos y también conocer proyectos de cooperación. Esto hace posible una mayor integración a las costumbres y cultura del país, contribuyendo al desarrollo económico de sus gentes.
Ignacio Pérez es un entusiasta que, en 2010, tras un intenso viaje a Namibia y Botsuana junto a su mujer creó Viajeros Solidarios, una asociación sin ánimo de lucro dedicada al turismo solidario y responsable, convencido de la necesidad de difundir una forma distinta de viajar.
Desde su página web (www.viajeros-solidarios.com), ofrece la posibilidad de conocer países del sur como India, Marruecos, Nepal, Senegal, Colombia o México de una forma responsable, respetando el medio ambiente y hospedándose en alojamientos sostenibles.
El artículo de La Vanguardia explica que la divulgación de este tipo de turismo obliga a luchar contra ciertos tópicos, ya que la solidaridad mal entendida puede llevar a confusión. Hacer un viaje de turismo solidario no significa ir a dar abrazos a niños pobres y regalar camisetas, sino que se trata de un turismo de sensibilización, que conlleva comprar sus productos y consumir sus servicios, huyendo de las grandes cadenas internacionales, con el fin de fomentar el crecimiento económico del país.
En este sentido, Ignacio Pérez alerta de las consecuencias de actos aparentemente inocentes y pone como ejemplo las tribus de los Himba, al norte de Namibia. Denuncia prácticas equivocadas, ya que “la zona se ha convertido en un auténtico circo”. Explica que los turistas “llegan en autobús cargados de sacos de arroz o harina que se utilizan como pago. A cambio, pueden sacar fotografías a placer, lo que está provocando graves perjuicios y que tribus que antes se dedicaban a la ganadería ahora dependan únicamente del suministro de comida gratis”.
LA VANGUARDIA