La primera dama de la República, Fabiana Rosales, no tiene ataduras. Según dice, es algo que caracteriza a las nuevas generaciones: “Nos oprimieron tanto que nos obligaron a ser y a pensar en ser más libres”.
La joven comunicadora social, convertida en una de las caras más visibles de la política nacional, le hace frente a las críticas sin titubeos. En su discurso no faltan palabras de esperanza y optimismo, algo que también escasea.
“Mucha gente cuestiona cuando hablamos de esperanza o cuando hablamos de sonrisas, durante años criticamos sonreír en estos tiempos y lo vemos como algo banal. Pero nosotros vemos como un camino que se emprendió y no tiene vuelta a atrás. Sonreír en dictadura es un acto de rebeldía”, afirmó.
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