Caracas no te deja de sorprender y hacer periodismo en sus calles se ha convertido en una labor de guerra. Este viernes me desperté con todo el ánimo del mundo para salir a reportar luego de un mes de reposo y terminé a punto de morir en un ataque con armas de alto calibre en la Cota 905.
Eran exactamente las 9:36 de la mañana cuando llegó un mensaje a mi celular. Me avisaban de un tiroteo en la Cota 905 entre una de las bandas más peligrosas del país y funcionarios de la policía científica.
El reporte detallaba que iban dos funcionarios heridos. Desde el lugar pedían apoyo de los grupos tácticos y esperaban por la llegada de vehículos blindados para hacerle frente a los malandros.
La situación ameritaba la cobertura periodística, pero primero había que confirmar. Llamé a un policía que estaba presente en el lugar y al contestar supe la gravedad de lo que se sucedía. En un tono desesperado solo dijo “hermano estoy herido. Me dispararon en la Cota. No te puedo hablar”, y trancó.
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