Muchos niños se convierten en “huérfanos” del éxodo venezolano y se quedan en el país mientras sus padres se ven obligados a emigrar para mantener a sus familias. Frankeiber Hernández tenía 16 años cuando pasó su primera Navidad sin su mamá. Al año siguiente, se sumó la ausencia del padre.
La peor crisis en la historia reciente de Venezuela empujó a los padres de Frankeiber a Perú. Los hermanos quedaron al cuidado de su abuela de 58 años y su esposo de 70 años.
Uno de cada cuatro migrantes se despide de algún hijo, estipula los cálculos de la ONG Cecodap.
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