En estos tiempos turbulentos, cuando los precavidos se tornan paranoicos y los cautos en ultra recelosos, hay muchos -quizás demasiados- pájaros del mismo plumaje pensando en volver. Es por eso que unos resguardan la silla, usando en sus filas a sus disminuidos -pero ejércitos al fin- de alfiles, caballos y peones, y otros continúan atacando por distintos flancos con estrategias de largo, mediano y corto alcance.

En este marco de jugadas subrepticias y movimientos veloces, se inscriben los pasos de quienes aspiran dentro del movimiento oficialista a la sucesión con una mayor representatividad que la indicada en la claridad de la luna por el líder supremo antes de partir.

Unos se apegan, desde la persuasión que conceden las armas, a su capacidad de mando, estando aún fuera del claustro, y otros -llamémoslos los sobrevivientes- a las componendas del “divide y vencerás” y a las artes de la intriga y la maquinación. Hay que observar a los que han hablado y sumar y restar. Y a los que han callado y calcular. Fue al fin y al cabo el mismo príncipe florentino el que dijo: “Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos”. De vez en cuando las palabras sirven para ocultar los hechos…
Y a buen entendedor, pocas son suficientes.

Nemesio Montiel

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